domingo, 31 de diciembre de 2017

De Lo Sufrido, Lo Aprendido y Lo Disfrutado



El 2017 ha sido de muchas dificultades, pero lleno de satisfacciones y
mucho aprendizaje.


De lo sufrido:

Aunque hay cada vez más conciencia ambiental, al menos en conocimiento del problema del cambio climático y de iniciativas de educación, la realidad es que las afectaciones avanzan y el deterioro de los ecosistemas es cada vez más evidente.  Los manglares amenazados por desarrollo urbano por un lado y por afectación química y de plagas por otros, son el reflejo de una política fallida en su verdadera puesta en valor para la salud -no solo de los ecosistemas que dependen de éstos- sino de la propia salud humana.  El desarrollo de proyectos de playa hacia el oeste, comercial y residencial hacia el este, con  una actitud de indiferencia hacia el mal que se causa, más la presión que se impone en medio de tecnicismos y varios legales; le permiten  a desarrolladores ir conquistando espacios que estudios, planes y modelos hidrológicos indican que hacia allá no debe, ni puede ir el desarrollo.  Evitar que esto continúe depende de los que tienen que entender, quieran entender lo grave del problema y tomemos acciones conjuntas en campo, no solo en discursos o en propuestas.

El hecho que la minería metálica avance y se posicione como pilar del desarrollo económico del país, o de que hoy se esté hablando de puerto para naves de gran calado, frente a las costas del atlántico afectando manglares y corales;  o de la venta de áreas naturales de gran riqueza en zonas marino costeras, preocupa extremadamente porque pareciera que el discurso sobre la sostenibilidad del desarrollo, va en vía contraria de las decisiones que hacen insostenible el desarrollo  de un país vulnerable como el nuestro, ante el impacto del cambio climático.

Releyendo lo escrito casi me parece una reflexión de años anteriores, porque cada año, como en la procesión de Portobello, en esta materia damos un par de pasos adelante, pero otros 3 hacia atrás.  El camino por andar es largo aún y el tiempo se reduce, no hay espacio para errar y que alguien diga: "te lo dije"

De lo aprendido:
Que a pesar  que por muchos el servicio público está subestimado, denigrado y mal visto, es una de las funciones más nobles y que mayores satisfacciones personales brinda.

La posibilidad de incidir positivamente en la vida de la gente, transformando su entorno, atendiendo lo que le aqueja o apoyando en alguna solución, son posibilidades de crecer como persona más allá del sacrificio y dificultades que implican. La gratitud -incluso sin expresar- de la gente, hace mil veces que haya valido todo la pena.

Pero además el servicio público no es un poder absoluto en sí mismo, así seas autoridad, porque este si no es en conjunto con la aplicación de leyes, otras competencias y responsables, no funciona en muchos casos.  A veces te puedes sentir como tigre vegetariano, o como depredador sin colmillos; en otras palabras impotente y frustrado.  Pero de allí también surgen posibilidades de corregir, reforzar, crear opciones y sumar a otros.  En resumen, ha sido una posibilidad maravillosa poder servir desde la Alcaldía a mi ciudad y de alguna forma a mi país

De lo desfrutado:

Descubrir la energía y creatividad de los jóvenes cuando les das la posibilidad de trabajar por su ciudad.  Todo el proceso de trabajo para el concurso Ponte Linda Panamá, fue una de las actividades más hermosas y mayormente disfrutada del 2017. Ver la interacción entre los jóvenes estudiantes con la gente de las comunidades y con sus asesores, funcionarios municipales, todos juntos para aportar a mejorar nuestra ciudad y con un espíritu de competencia sana para hacer de las oportunidades, el mejor espacio de aporte de ideas para nuestros parques -tan importantes- en la ciudad.  Poder ser puente para canalizar necesidades con soluciones, capacidades con propuestas y acciones, es una experiencia extraordinaria.  Lo disfruté muchísimo, pero aprendí más

Que el año por iniciar nos llene de optimismo y ganas de seguir transformando para bien, nuestra ciudad, nuestro país, nuestro planeta.
Feliz 2018

domingo, 3 de septiembre de 2017

CIUDADES DE EXPERTOS Y AMAS DE CASA



La semana del 20 de agosto estuve participando en la ciudad de Santander, España del curso sobre ciudades sostenibles, que ofrecen la Universidad de Menéndez Pelayo, la Universidad de Cantabria y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).  Fui invitada por el BID a participar como moderadora de uno de los paneles, basado en el proceso desafiante, que desde hace tres años, nuestra ciudad inició de cara al ordenamiento de su territorio y en busca de lograr sostenibilidad en un modelo de desarrollo más equilibrado y humano.

Precisamente el día que abordábamos el tema de los diversos diagnósticos que se realizaron en las distintas ciudades latinoamericanas, bajo la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles (ICES), se inundaba nuevamente el corregimiento de  Juan Díaz en Panamá, a razón de las fuertes lluvias de ese fin de semana.  Tristemente coincidía la realidad de zonas inundadas, con la modelación hidrológica que había realizado el Instituto Hidráulico de Cantabria para los estudios del Plan de Acción de Panamá.  Fue entonces cuando compartía con los participantes del curso, provenientes de distintas ciudades iberoamericanas, que pruebas como lo que ocurría en Panamá, donde los hechos corroboraban los estudios, eran motivo suficientes para que tomadores de decisiones, no engavetemos la ciencia, para tomar luego acciones que obedecen a presiones económicas de un sector, o para congraciarse con los votos de otro.  Se trata de apoyar decisiones políticas (porque inciden en la sociedad) en el  conocimiento científico que le devuelva certezas y seguridades a la gente. 


Confirmo más que nunca que nuestro compromiso debe ser lograr aplicar las medidas que arrojan los estudios bien sustentados y fundamentados, con el fin de cumplir con nuestra mayor responsabilidad: devolverle la tranquilidad a la gente de Juan Díaz y a la ciudad en general.

Irma a la izquierda y
 a la derecha estudiante de
 Administración Publica que siguió el curso de Ciudades






En medio de las discusiones del taller, conocí a Inma, española vecina de la localidad de Santander,  se inscribió al curso porque le interesaba conocer sobre los desafíos de nuestras ciudades y lo que las autoridades están haciendo para enfrentarlos.  Inma no era arquitecta, ni urbanista, tampoco trabajaba para el municipio o alguna empresa desarrollista;  Inma es ama de casa, una ciudadana interesada en lo que pasa no solo en su ciudad, sino en las ciudades del globo, queriendo entender el papel que puede desempeñar en el mejoramiento de la calidad de vida de su entorno.  Esto me llamó tanto la atención, porque normalmente estamos tan acostumbrados a escuchar la demanda diaria de lo que “el gobierno tiene que hacer por los ciudadanos” y pocas veces encontramos ciudadanos ocupados en entender las problemáticas para aportar en las soluciones desde su quehacer al quehacer de la ciudad.  Por eso el ejemplo de Inma es digno de compartir. 

Las ciudades las conformamos todos, con el poco o mucho conocimiento que tengamos al respecto, a todos nos toca jugar un rol en su mejoramiento.  Nadie está excluido en las soluciones y todos tenemos responsabilidad en los impactos que causamos con nuestras aciones.

Sí, el mundo sigue y los problemas nos son comunes, pero tenemos que buscar nuestras propias soluciones y ser los actores principales de nuestras transformaciones personales y colectivas, intercambiando conocimiento, tomando acciones y asumiendo consecuencias.






lunes, 7 de agosto de 2017

¿MAL TIEMPO O MALA PLANIFICACIÓN?

Se ha convertido en normalidad, que en cada periodo lluvioso veamos en los diversos noticieros, imágenes de las inundaciones en diversos puntos del país; particularmente en el área de Panamá Este y más recientemente en Panamá Oeste.  Continuamente se hace mención a que hubo inundación debido al “mal tiempo”, pero la lluvia no es mal tiempo, la lluvia es agua que trae vida, que regula el suelo, el clima, purifica, es parte del ciclo natural; así que no podemos decir que es mal tiempo.  La inundación no se produce porque llueve, se produce porque hemos ocupado el espacio del agua y borrado las barreras que la contienen.

Cada vez somos más y demandamos suelo para ocuparlo, pero esta ocupación la estamos haciendo de manera indiscriminada sin dejar espacio a que los ríos –que son entes dinámicos y cambiantes- crezcan y se desborden, hemos acabado con sus bosques de galerías, mismos que nos protegen durante sus crecidas; a las quebradas se les ha llamado “desagües pluviales” y bajo ese pseudónimo se aprueban supuestas mejoras, que permiten que se canalicen y entuben, intensificando la concentración hídrica, que luego buscará siempre los puntos más bajos para salir y éstos, normalmente ya están poblados. 

Si a lo antes descrito, sumamos que se están rebanando montes, devastando bosques, rellenando cuenca baja –zona natural de drenaje de ríos- e ignorando afluentes y ojos de agua que se encuentran en los terrenos, el asunto es muy grave.  Lo más penoso es ver, cómo lo que se hizo hace décadas en Panamá ciudad, por desconocimiento, ignorancia o pensando que la ingeniería todo lo resolvería, hoy se repite más rápido y a más vasta escala en Panamá Oeste.  Es por ello que empezamos a escuchar de inundaciones sobre barrios tradicionales donde nunca antes se dieron. 

Vivimos en un país ubicado en el trópico húmedo, eso quiere decir que llueve hasta 10 meses al año, por encima de 2000mm3. Tenemos 52 cuencas hídricas, con más de 500 ríos importantes y llenas de afluentes y quebradas que las nutren; tenemos un elevado nivel freático, lo que quiere decir que el agua está a flor de piel y como si faltara algo, vivimos entre dos oceános a nivel del mar.  Entonces, cómo es posible que con esta condición sigamos ignorando el agua, pensando que entubándola y echándole tierra encima la dominamos?

Por años hemos pensado que no pasa nada, porque mientras había mucho suelo disponible, el agua encontraba espacio para drenar.  Sin embargo en la medida que vamos ocupando más suelo, éste pierde permeabilidad, capacidad de absorción y drenaje y simplemente nos encontramos flotando en medio del agua que no tiene por donde salir.

Cuál es la propuesta?


Diseñar con el agua. Ningún proyecto de urbanización, comercial, institucional, en resumen: ninguno, debe ser aprobado sin considerar zonas verdes naturales libres; no de estacionamientos, no de aceras, zonas verdes libres. Además deben respetarse en diseño y durante la construcción, los bosques de galería, las riberas de ríos y los humedales.  Pareciera fácil de hacer cumplir, pero el problema empieza porque en muchos de los planos ni siquiera los evidencian, simplemente son inexistentes.  Los estudios ya están hechos, las indicaciones de que hacer ya están en blanco y negro, solo falta alinear acciones, coordinar procedimientos de aprobación y fiscalizar en campo para que se respeten.  Pero este compromiso debe ser de parte y parte; de quien diseña, de quien aprueba, de quien construye y de quien fiscaliza; nadie debe ignorarlo, porque de ésto dependen las vidas que se ven afectadas y que luego, en el noticiero salimos diciendo que fue culpa del “mal tiempo" 

domingo, 30 de julio de 2017

BULLING URBANÍSTICO


Cada día es más conocida la agresión cotidiana infrigida particularmente a jóvenes y niños por contemporáneos del mismo medio donde viven o estudian conocida como bulling.  Este fenómeno es rechazado por la sociedad y ha generado activas campañas para ponerlo en evidencia y contrarrestarlo con iniciativas y acciones que motiven a los jóvenes afectados a fortalecer su autoestima, y no permitir ningún tipo de agresión física, mental o emocional.

Cuando pienso en nuestra ciudad, la proyecto como una adolescente que creció muy rápido y que la ropa de niña ya no le queda, ni se le ve bien. Rascacielos apretados en callecitas de antiguos barrios, demandando servicios que parecen nunca ser suficientes, para su insaciable hambre de energía y agua. O la creciente ola de modernos autos embutidos en estrechas calles, reventando como botones de una camisa que ya no cierra, mientras la niña-ciudad grita entre insultos y bocinas presionada por el stress de la aprestasón.  Sí, la ciudad-niña creció y reventó sus zapatos. El peatón indefenso no tiene por donde caminar, más allá de los pedacitos generosos de aceras del moderno metro que al salir de el parece que se atraviesa el tunel del tiempo entre el siglo 21 y el 19. Esta misma ciudad-niña pareciera que al crecer redujo su capacidad respiratoria porque sus bosques se redujeron a la mitad en el último período de su rápido crecimiento.


Y como si el crecimiento desordenado y atolondrado no fuera suficiente caos, le hacen bulling.  Sí, cuando a la casita adosada, uno de sus propietarios le demuele su mitad y la deja a la espera que su vecino incómodo, decida vender y poder así reemplazar la casita por algo más grande y rentable. Cuando el parquecito de la urbanización -que en el plano aparecía como área pública- extrañamente nunca fue registrado como tal y por el contrario ya sufrió 3 ventas. Nuestra adolescente ciudad sufre de bulling, cuando cambiaron el uso de suelo y resulta que la "demanda y oferta" ahora impone una plaza comercial, un lavauto o taller de carros, al lado de tu casa, sin enterarte siquiera de cómo sucedió; cuando una nueva construcción se toma la costa de todos. O cuando un humedal lo rellena y ocupa un nuevo desarrollo donde nadie pensó en la población que quedaba sometida a que su techo fuera el nivel de piso de los nuevos vecinos.
Como atacamos este bulling urbanístico y le devolvemos a la ciudad y a su gente la autoestima y dignidad que se merece?. Estableciendo reglas claras, con equidad para todos y haciendo que se cumplan; planificando el ordenamiento del territorio con procesos participativos, de real consulta ciudadana y sobre todo transparentes. Creando mecanismos que permitan a la ciudad cobrar a aquel que demanda más servicios con su mayor densidad para reinvertirlos en la ciudad. Mejorando la zonificación y no lotificando como era hasta hace poco la práctica usual, donde cada quien exigía que su lote tuviera el uso que le permitiera ganar más en la venta, mientras la ciudad perdía en el proceso. Generando espacios públicos que permitan devolverle la ciudad al ser humano, no solo espacio al edificio
Todo esto ya está ocurriendo, pero el proceso está gateando en comparación con la adolescente que corre. El proceso de transformación de la ciudad necesita de psicólogos, sociólogos, maestros, abogados, activistas, en general de ciudadanos que se apropien de él; que fiscalicen, que se involucren más allá de las quejas y que contribuyan en la creación de las codiciones para que ésta ciudad adolescente tenga espacio para desarrollarse, interactuar socialmente en espacios públicos, respirar con fuerza a traves de su bosques urbanos,

Que el agua limpia vuelva a recorrer sus rios sin basura y que su gente no duerma con el miedo de que se va a inundar. Podemos superar el bulling si lo atacamos juntos. Al final la ciudad la vivimos y la sufrimos todos, tanto el agresor como el agredido. Todos perdemos o ganamos


Carta Abierta a Mi Hija (desde un Panamá minero)   Recuerdo como si fuera ayer, como me afané en que todo estuviese listo para cuando nacier...