miércoles, 26 de enero de 2022

Carta Abierta a Mi Hija

(desde un Panamá minero)

 

Recuerdo como si fuera ayer, como me afané en que todo estuviese listo para cuando nacieras, definitivamente en mí el síndrome de la preparación del nido, no era cuento; sentía una fuerza interior que me impulsaba a estar pendiente de todo para que la llegada de mi primera hija, fuera perfecta. Esmerada en que encontraras un cuarto hermoso que aunque sencillo, estuviese provisto de todo lo que necesitaras para acogerte en nuestro mundo.

 

Irónicamente entonces, totalmente desconectada del entorno socio-ambiental y político, no me daba cuenta que recién se había firmado un Contrato Ley, que más adelante definiría muchas de mis luchas y preocupaciones. Un Contrato Ley que permitiría que empresas extractivistas de metales, horadaran nuestra tierra, devastaran nuestros bosques, usaran en cantidades excesivas nuestra agua y luego de contaminarla, la depositaran en llanuras de residuos contaminantes, donde antes habría habido bosques y fuera el hábitat de millones de especies.  ¿Por qué te cuento esto hija, y qué tiene que ver contigo hoy?  Te lo comparto porque nunca antes la vida me había ensañado de manera tan clara, como mientras nos preocupamos de nuestra casa chiquita, (de tu cuartito) podemos estar perdiendo la Casa Grande, la de todos, la que la Madre Naturaleza nos procuró para vivir con decoro y provistos de todo.  Mientras yo preparaba tu cuarto, alguien le cedía parte de nuestra Casa Grande, a una de las industrias más contaminantes del planeta: la minería metálica a cielo abierto.

 

La ironía se completa, cuando el día que cumples 26 años, el contrato original –ya desparecido, por la lucha tenaz de defensores ambientales, de los que he sido parte- retoma vida cuando el hoy presidente de la República anuncia que las negociaciones mineras habían concluido con éxito y que fruto de ellas ahora Panamá recibiría 375 millones de dólares anuales, al formalizarse un nuevo contrato.  Mientras que para algunos era un gran logro, a mí me desgarraban las entrañas de madre, porque este pedacito de Tierra que he procurado cuidar desde casa con ustedes y para ustedes, con amigos activistas, en organizaciones nacionales e internacionales, desde lo público y lo privado y en cada una de mis acciones, con errores y aciertos; ahora simplemente era objeto y sujeto del extrativismo para las próximas décadas por venir y para muchas otras empresas, que como la del contrato ley lesivo, quieren venir por lo propio y desentrañar del subsuelo, lo que la naturaleza ha custodiado debajo de ríos, bosques, suelo…de la vida misma.

                                  

Ahora, tú que trabajas cuidando la madre tierra a través de tu cocina sostenible, procurando cuidar con tus recetas, que lo que le demandes a la madre naturaleza sea lo que te pueda dar, tendrás mayores preocupaciones en los años venideros:  Tendrás que preocuparte que el suelo no esté contaminado con metales pesados, que las cosechas de donde son tus productos vengan de tierras libre de minería metálica. Los productores tendrán aún mayores desafíos, ante la amenaza de ser desplazados por las empresas mineras y sus actividades. La escases del alimento, no será un presagio sino una realidad.  Porque no todo lo puede comprar el dinero y lo hoy negociado no representa garantía de salud, agua, suelos y bosques saludables, solo de pan para hoy y hambre para mañana.


Hija, te pido perdón a ti y a tus hermanos y en ellos a los jóvenes de tu generación por lo que no pude (no pudimos) hacer, decir, convencer y educar a nuestra generación para que se tomara la mejor decisión por y para Panamá, por y para ustedes. Perdón por lo que me toca, espero que con la carga que les dejamos, puedan salir adelante y transformar para mejor, el pedacito de Tierra que les toca proteger.  Te amo, tu madre



viernes, 10 de diciembre de 2021

La Política Ambiental, más allá de la política


Hace unas semanas atrás, la periodista Yisell Arévalo me contactó porque le interesaba realizarme una entrevista sobre temas ambientales.  Siempre voy muy abierta a estos diálogos, porque desde que me involucré en estos temas, comprendí que el buen periodismo, era la mejor manera de lograr que más gente tuviera acceso a la problemática ambiental y a sus soluciones; así que fui muy dispuesta a mi entrevista.  

Fue muy variada, pero muy temprano en la conversación me di cuenta, que en el fondo querían saber, es si yo estaba buscando postularme en política nuevamente.  De hecho fue la pregunta que precisamente generó el título de la entrevista.  

Amé servir como Vicealcaldesa y en más de una ocasión como Alcaldesa Encargada de la ciudad de Panamá; sin embargo, es una etapa de mi vida que dediqué con pasión al servicio público, que culminó en junio 2019.  Hoy con el mismo norte, determinación y pasión sigo trabajando por Panamá desde otros ámbitos, que muy pronto contaré en detalles; mientras tanto comparto con ustedes esta conversación con Yisell y Edward -su genial fotógrafo- para Destino Panamá, porque me parece que resume bien mis posturas y opiniones ante nuestra realidad socio, económica y ambiental hoy.

https://destinopanama.com.pa/2021/11/25/mi-servicio-militar-ya-lo-cumpli-raisa-banfield-sobre-sus-aspiraciones-politicas/ 

martes, 30 de noviembre de 2021

200 AÑOS DESPUÉS, COMO 500 AÑOS ATRÁS

La historia natural del istmo tiene alrededor de 3 millones de años desde su emersión de las profundidades del mar; sin embargo, la presencia humana, según investigaciones del doctor Richard Cooke del Insituto Smithsonian, data de de 11,000 años atrás, encontrándose vestigios de herramientas en el área de la Yeguada, que documentan su forma de vida y de producción agrícola de entonces.  Al ser reversible el impacto de aquel estilo de vida, la naturaleza volvió a cubrir con bosques las desprotegidas tierras de entonces.

Hace algo más de 500 años con la llegada de los colonizadores españoles, la forma humana de relacionarse con la tierra y el entorno cambió drásticamente, porque al traer el modelo de desarrollo del entonces mundo conocido, trajo consigo una agricultura más intensiva, la ganadería, la construcción de ciudades y con ello, la urbanización de la naturaleza.

Nuestra independencia de los colonizadores, hace 200 años, no implicó una ruptura con la forma de hacer, comer, construir o entender el desarrollo que trajeron consigo.  Esa independencia no implicó una mirada atrás de cómo era nuestra relación originaria, simplemente continuamos adelante, ahora uniéndonos a Colombia, en búsqueda de crecimiento, bienestar y desarrollo.

200 años han pasado de esa independencia colonial y las áreas de rica biodiversidad de nuestro territorio, han quedado reducidas al 33% de lo que antes era su cobertura natural total.  Ciertamente encontrar el balance entre el crecimiento, bienestar humano y protección natural, es cada día un mayor desafío y requiere de nuevos entendimientos y aplicación del conocimiento para lograrlo; pero no es imposible.


Hoy cuando todo indica que el planeta está superando su capacidad de generación de recursos y de procesamiento de los desechos, hoy cuando la crisis climática obliga ano solo cambiar el discurso sino también las acciones: es cuando ese ¨residuo de nuestros suelos¨ utilizados para el desarrollo, ese 33% de áreas protegidas, debe ser comprendido como el elemento clave para la sustentación de la vida humana como la conocemos, para la generación de los recursos que necesitamos y para la mitigación de los problemas ambientales -que con nuestro hacer- hemos generado.  Ese 33% de áreas protegidas, no son un despropósito del desarrollo, no son suelos ociosos o un obstáculo para el crecimiento moderno; esas áreas son la base del desarrollo que aún no hemos comprendido en su totalidad, su deber ser.  El verdadero despropósito es dárselas a la minería, a la expansión de la frontera agrícola o a la urbanización que malentiende que todo lo que necesitamos está enmarcado sólo en lo que se construye.

200 años después pareciera que volvimos 500 años atrás, donde no comprendíamos que la riqueza que teníamos era mayor que los espejos de intercambio.  Privatizar las tierras nacionales, áreas protegidas, a través de decreto, a modo de edicto real, como en tiempos de la corono; no solo nos pone en retroceso de una gestión moderna y adecuada de los recursos naturales, sino que nos pone en desventaja ambiental y climática; desmejora las condiciones de las poblaciones directamente impactadas y nos desdice como nación por la palabra empeñada y con los compromisos asumidos internacionalmente.  No al retroceso ambiental, No al Decreto 141!


jueves, 31 de diciembre de 2020

LO QUE ME DEJA EL 2020

En el 2021 solo espero tener la oportunidad de vivir a plenitud para aplicar las lecciones que me deja el 2020. 
Perdí amigos, familiares y me alejó de quienes yo pensaba cercanos, pero me devolvió alegrías sencillas y trascendentes.


Mi hija y yo, soñando y trabajando en un proyecto

Cada final de año hago una reflexión de las lecciones aprendidas, los logros y retos asumidos del año por terminar; pero hoy que me toca hacerlo de cara al 2020, lo hago con profundo sentido de respeto y solemnidad. Un año por demás difícil, que nos mostró la fragilidad de la vida en su desnudez; la pequeñez humana de frente a la fuerza de la naturaleza, a la inmisericordia de un microorganismo que llamaron COVID-19 y puso de rodilla al mundo.

Un año de separación, soledad y muerte. Pero tengo que decir que además para mi fue un año de reencuentro: reencuentro con mis hijos, familia, mi vida espiritual. Reencuentro con mi hogar, con las -hasta hace poco - insignificantes labores domésticas, que ahora adquirían un valor de reconstrucción, de salud y expresión de amor para mis seres queridos

Un año para reinventarme y que, además de ver el mundo a través de una pantalla, para ver con ojos nuevos el pedacito maravilloso de mundo que tenía al rededor de mi encierro forzoso. Nunca había estado tanto tiempo en casa y nunca me había sentido tan libre ... de formalidades, compromisos, citas, corre de aquí para allá. Todo adquirió un nuevo sentido, una justa medida, un nuevo valor
Mi familia en cuarentena

El trabajo entró en una nueva dimensión; lo que conocí como trabajo y remuneración por ello hasta hoy, cambió. Generar ideas proyectos, conceptos que mejoren la calidad y condición de vida de los que compartimos este espacio en el planeta, se convirtió en mi prioridad, casi obsesión. Cómo se traduce eso en ingresos? Aún no lo sé, pero lo que sí sé es que nos toca a todos reinventar nuestras economías desde lo personal, priorizando lo realmente necesario a lo colectivo, generando servicios de valor a nuestras      comunidades y de respeto al medioambiente.
Con un grupo de ciudadanos sembrando árboles




En el 2021 solo espero tener la oportunidad de vivir a plenitud para aplicar las lecciones que me deja el 2020. Perdí amigos, familiares y me alejó de quienes yo pensaba cercanos, pero me devolvió alegrías sencillas y trascendentes.

Mila
Gracias por todo a la Vida
Mis hijos se volvieron adultos, me trajo a Mila y una sensación de que el matrimonio es mucho más que responsabilidades y compromisos, es amor de dos para compartirlo con todos.







Gracias 2020 por lo llorado y lo reído, por lo bailado y lo sufrido, por las angustias y certezas, pero sobre todo por mostrarme quien soy cuando dejé de ser quien creí que era.

Bienvenido 2021

miércoles, 22 de abril de 2020

LA TIERRA CELEBRÓ, COMO LE DIO LA GANA


Día de la Tierra 2020 


Por primera vez desde que se estableció la conmemoración del Día de La Tierra en 1970, es el mismo planeta el que toma la iniciativa para que lo celebremos con acciones.

Este año en celebración del Día de la Tierra no veremos murales en las escuelas porque están cerradas, no habrán congresos, ni reuniones que impliquen que corramos de un punto a otro- en nuestro auto- para llegar a la celebración; no firmaremos convenios ni acuerdos ambientales, tampoco habrán actividades de reforestación, ni de reciclaje simplemente porque la vida, como la conocimos se detuvo.  Esa vida de “corre corre”, que hacÍa una pausa para celebrar la tierra cada 22 de abril, ahora está en pausa y la Tierra celebra.

Ahora hemos tenido semanas para experimentar el canto de los pájaros porque ya no escuchamos el ruido de los autos; por días hemos apreciado los cielos despejados porque ya no hay maquinarias e industrias tirando grandes cantidades de humo.  Ahora vemos las especies que viven en nuestros vecinos bosques urbanos, porque ya no hay sierras talando sus hábitats.  

Creo que esta es la celebración más real que ha tenido el planeta desde el primer día de la tierra, cuando se estableció como premisa que teníamos que tomar acciones a favor del planeta; a falta de ellas o en consecuencia de nuestras acciones adversas, el planeta tomó las propias y la naturaleza celebró

Luego de esta pandemia, entendida la lección, debemos ser nosotros quienes le demos seguimiento a las prácticas que nos ayuden a restaurar hábitats, a recuperar ríos, a descontaminar el cielo y poder decir como la madre naturaleza hoy:  Felíz Día de la Tierra

viernes, 3 de abril de 2020

EL MUNDO SE DETUVO Y LA TIERRA RESPIRÓ

Somos la especie más vulnerable ante los cambios del planeta....



Las noticias más recientes exponían la preocupación de expertos sobre la intensidad con la que los niveles de contaminación ambiental se incrementaban, la realidad iba mucho más allá de los pronósticos y por tanto estábamos alcanzando puntos de no retorno, antes de lo esperado.  Miles de toneladas de plásticos en ríos, altos niveles de contaminación de aire, particularmente en las urbes más pobladas e industrializadas; grandes pérdidas en biodiversidad por deforestación y los cada vez más comunes, incendios forestales. En fin, los escenarios no eran alentadores y los cambios que los múltiples acuerdos, productos de las diversas Cumbres del Clima, promovidas por Naciones Unidas, no llevaban la velocidad en las acciones que las circunstancias climáticas exigían; esto alegando, en muchos de los casos, que implicaba cambios en el modelo económico devastadores e imposibles de asumir por las potencias globales.


¿Y que viene sucediendo solo desde hace 3 meses?  Los escenarios son totalmente lo contrario a lo anterior; niveles de contaminación del aire que han caído a los de hace 50 años en importantes ciudades europeas y asiáticas, los canales de Venecia vuelven a correr limpios y con vida; los animales de los entornos naturales, entran confiados en áreas urbanas,  y pareciera que el planeta no habría tenido mejores indicadores de recuperación desde mediados del siglo XX hasta la fecha. La ironía de esto es que un virus respiratorio que ataca a la raza humana, ha forzado a que detengamos nuestro intenso ritmo de vida y como efecto colateral le ha permitido al planeta respirar.


Lo imposible sucedió: Se detuvieron los carros, se estacionaron los aviones, se paró la tala y la construcción. Las escuelas se cerraron, los centros comerciales se vaciaron; el mundo se detuvo.  La raza humana para protegerse, se ha visto obligada a hacer lo que hace tres escasos meses parecía imposible: dejar de vivir de la manera acelerada como vivía. Cambiar un viaje para un congreso, a una reunión por zoom;  dejar de trabajar 14 horas en una oficina, para teletrabajar desde su hogar algunas horas al día; dejar de hacer filas larguísimas para pagar un compromiso con una institución del Estado, que hasta hace pocos días no había forma de pagarla en línea.  Se pospuso todo, todo dejó de tener la urgencia e impostergabilidad que parecía tener. Todo esto, creo que nos hace comprender que si por obligación –de vida o muerte- ha sido posible cambiar de un momento a otro de estilo de vida y seguir viviendo, seguramente de forma menos abrupta, más planificada y adecuadas para garantizar sostenibilidad económica y calidad de vida,  podremos hacerlo para salvar al planeta y de paso la vida humana en un plazo más mediato.  


La urgencia sanitaria también nos ha enseñado, el valor del espacio que habitamos, que pueda integrarse con el exterior, dejarle ventanas y balcones para que el aire entre y podamos de alguna forma interactuar con el de fuera; que las aceras y los espacios públicos sea generosos, que por si nos encontramos en ellos, sean espacios dignos y nos permitan guardar distancias si las circunstancias así nos lo exigen; que la producción agrícola no es un renglón económico pasado de moda y que los alimentos que producen nuestras comunidades rurales, son garantía -ante crisis sanitarias internacionales- de que no nos quedemos sin comida.  Esta crisis nos enseña que los espacios boscosos o zonas verdes, no son espacios subutilizados del desarrollo, son desarrollo en sí mismos, en la medida que nos protegen, que son barreras y pulmones, aliviadores de del individualismo enclaustrado, un espacio hacia la conexión con nuestra Madre Tierra.


Muchas lecciones nos deja este virus que impide respirar a los humanos, pero que ha permitido respirar al planeta y nos deja ver que para sobrevivir en él, tendremos que cambiar sí o sí, nuestra forma de vivir, de movernos, producir e interrelacionarnos.  Pero la lección más importante que nos deja: es que el mundo no tiene fronteras es la casa de todos y lo que pasa en China, tarde o temprano, me afectará en Panamá. Entonces si no es por altruismo, aunque sea por egoísmo, pensemos qué más podemos hacer para cohabitar mejor en nuestro planeta.

Carta Abierta a Mi Hija (desde un Panamá minero)   Recuerdo como si fuera ayer, como me afané en que todo estuviese listo para cuando nacier...