viernes, 10 de diciembre de 2021

La Política Ambiental, más allá de la política


Hace unas semanas atrás, la periodista Yisell Arévalo me contactó porque le interesaba realizarme una entrevista sobre temas ambientales.  Siempre voy muy abierta a estos diálogos, porque desde que me involucré en estos temas, comprendí que el buen periodismo, era la mejor manera de lograr que más gente tuviera acceso a la problemática ambiental y a sus soluciones; así que fui muy dispuesta a mi entrevista.  

Fue muy variada, pero muy temprano en la conversación me di cuenta, que en el fondo querían saber, es si yo estaba buscando postularme en política nuevamente.  De hecho fue la pregunta que precisamente generó el título de la entrevista.  

Amé servir como Vicealcaldesa y en más de una ocasión como Alcaldesa Encargada de la ciudad de Panamá; sin embargo, es una etapa de mi vida que dediqué con pasión al servicio público, que culminó en junio 2019.  Hoy con el mismo norte, determinación y pasión sigo trabajando por Panamá desde otros ámbitos, que muy pronto contaré en detalles; mientras tanto comparto con ustedes esta conversación con Yisell y Edward -su genial fotógrafo- para Destino Panamá, porque me parece que resume bien mis posturas y opiniones ante nuestra realidad socio, económica y ambiental hoy.

https://destinopanama.com.pa/2021/11/25/mi-servicio-militar-ya-lo-cumpli-raisa-banfield-sobre-sus-aspiraciones-politicas/ 

martes, 30 de noviembre de 2021

200 AÑOS DESPUÉS, COMO 500 AÑOS ATRÁS

La historia natural del istmo tiene alrededor de 3 millones de años desde su emersión de las profundidades del mar; sin embargo, la presencia humana, según investigaciones del doctor Richard Cooke del Insituto Smithsonian, data de de 11,000 años atrás, encontrándose vestigios de herramientas en el área de la Yeguada, que documentan su forma de vida y de producción agrícola de entonces.  Al ser reversible el impacto de aquel estilo de vida, la naturaleza volvió a cubrir con bosques las desprotegidas tierras de entonces.

Hace algo más de 500 años con la llegada de los colonizadores españoles, la forma humana de relacionarse con la tierra y el entorno cambió drásticamente, porque al traer el modelo de desarrollo del entonces mundo conocido, trajo consigo una agricultura más intensiva, la ganadería, la construcción de ciudades y con ello, la urbanización de la naturaleza.

Nuestra independencia de los colonizadores, hace 200 años, no implicó una ruptura con la forma de hacer, comer, construir o entender el desarrollo que trajeron consigo.  Esa independencia no implicó una mirada atrás de cómo era nuestra relación originaria, simplemente continuamos adelante, ahora uniéndonos a Colombia, en búsqueda de crecimiento, bienestar y desarrollo.

200 años han pasado de esa independencia colonial y las áreas de rica biodiversidad de nuestro territorio, han quedado reducidas al 33% de lo que antes era su cobertura natural total.  Ciertamente encontrar el balance entre el crecimiento, bienestar humano y protección natural, es cada día un mayor desafío y requiere de nuevos entendimientos y aplicación del conocimiento para lograrlo; pero no es imposible.


Hoy cuando todo indica que el planeta está superando su capacidad de generación de recursos y de procesamiento de los desechos, hoy cuando la crisis climática obliga ano solo cambiar el discurso sino también las acciones: es cuando ese ¨residuo de nuestros suelos¨ utilizados para el desarrollo, ese 33% de áreas protegidas, debe ser comprendido como el elemento clave para la sustentación de la vida humana como la conocemos, para la generación de los recursos que necesitamos y para la mitigación de los problemas ambientales -que con nuestro hacer- hemos generado.  Ese 33% de áreas protegidas, no son un despropósito del desarrollo, no son suelos ociosos o un obstáculo para el crecimiento moderno; esas áreas son la base del desarrollo que aún no hemos comprendido en su totalidad, su deber ser.  El verdadero despropósito es dárselas a la minería, a la expansión de la frontera agrícola o a la urbanización que malentiende que todo lo que necesitamos está enmarcado sólo en lo que se construye.

200 años después pareciera que volvimos 500 años atrás, donde no comprendíamos que la riqueza que teníamos era mayor que los espejos de intercambio.  Privatizar las tierras nacionales, áreas protegidas, a través de decreto, a modo de edicto real, como en tiempos de la corono; no solo nos pone en retroceso de una gestión moderna y adecuada de los recursos naturales, sino que nos pone en desventaja ambiental y climática; desmejora las condiciones de las poblaciones directamente impactadas y nos desdice como nación por la palabra empeñada y con los compromisos asumidos internacionalmente.  No al retroceso ambiental, No al Decreto 141!


Carta Abierta a Mi Hija (desde un Panamá minero)   Recuerdo como si fuera ayer, como me afané en que todo estuviese listo para cuando nacier...