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viernes, 10 de diciembre de 2021

La Política Ambiental, más allá de la política


Hace unas semanas atrás, la periodista Yisell Arévalo me contactó porque le interesaba realizarme una entrevista sobre temas ambientales.  Siempre voy muy abierta a estos diálogos, porque desde que me involucré en estos temas, comprendí que el buen periodismo, era la mejor manera de lograr que más gente tuviera acceso a la problemática ambiental y a sus soluciones; así que fui muy dispuesta a mi entrevista.  

Fue muy variada, pero muy temprano en la conversación me di cuenta, que en el fondo querían saber, es si yo estaba buscando postularme en política nuevamente.  De hecho fue la pregunta que precisamente generó el título de la entrevista.  

Amé servir como Vicealcaldesa y en más de una ocasión como Alcaldesa Encargada de la ciudad de Panamá; sin embargo, es una etapa de mi vida que dediqué con pasión al servicio público, que culminó en junio 2019.  Hoy con el mismo norte, determinación y pasión sigo trabajando por Panamá desde otros ámbitos, que muy pronto contaré en detalles; mientras tanto comparto con ustedes esta conversación con Yisell y Edward -su genial fotógrafo- para Destino Panamá, porque me parece que resume bien mis posturas y opiniones ante nuestra realidad socio, económica y ambiental hoy.

https://destinopanama.com.pa/2021/11/25/mi-servicio-militar-ya-lo-cumpli-raisa-banfield-sobre-sus-aspiraciones-politicas/ 

martes, 30 de noviembre de 2021

200 AÑOS DESPUÉS, COMO 500 AÑOS ATRÁS

La historia natural del istmo tiene alrededor de 3 millones de años desde su emersión de las profundidades del mar; sin embargo, la presencia humana, según investigaciones del doctor Richard Cooke del Insituto Smithsonian, data de de 11,000 años atrás, encontrándose vestigios de herramientas en el área de la Yeguada, que documentan su forma de vida y de producción agrícola de entonces.  Al ser reversible el impacto de aquel estilo de vida, la naturaleza volvió a cubrir con bosques las desprotegidas tierras de entonces.

Hace algo más de 500 años con la llegada de los colonizadores españoles, la forma humana de relacionarse con la tierra y el entorno cambió drásticamente, porque al traer el modelo de desarrollo del entonces mundo conocido, trajo consigo una agricultura más intensiva, la ganadería, la construcción de ciudades y con ello, la urbanización de la naturaleza.

Nuestra independencia de los colonizadores, hace 200 años, no implicó una ruptura con la forma de hacer, comer, construir o entender el desarrollo que trajeron consigo.  Esa independencia no implicó una mirada atrás de cómo era nuestra relación originaria, simplemente continuamos adelante, ahora uniéndonos a Colombia, en búsqueda de crecimiento, bienestar y desarrollo.

200 años han pasado de esa independencia colonial y las áreas de rica biodiversidad de nuestro territorio, han quedado reducidas al 33% de lo que antes era su cobertura natural total.  Ciertamente encontrar el balance entre el crecimiento, bienestar humano y protección natural, es cada día un mayor desafío y requiere de nuevos entendimientos y aplicación del conocimiento para lograrlo; pero no es imposible.


Hoy cuando todo indica que el planeta está superando su capacidad de generación de recursos y de procesamiento de los desechos, hoy cuando la crisis climática obliga ano solo cambiar el discurso sino también las acciones: es cuando ese ¨residuo de nuestros suelos¨ utilizados para el desarrollo, ese 33% de áreas protegidas, debe ser comprendido como el elemento clave para la sustentación de la vida humana como la conocemos, para la generación de los recursos que necesitamos y para la mitigación de los problemas ambientales -que con nuestro hacer- hemos generado.  Ese 33% de áreas protegidas, no son un despropósito del desarrollo, no son suelos ociosos o un obstáculo para el crecimiento moderno; esas áreas son la base del desarrollo que aún no hemos comprendido en su totalidad, su deber ser.  El verdadero despropósito es dárselas a la minería, a la expansión de la frontera agrícola o a la urbanización que malentiende que todo lo que necesitamos está enmarcado sólo en lo que se construye.

200 años después pareciera que volvimos 500 años atrás, donde no comprendíamos que la riqueza que teníamos era mayor que los espejos de intercambio.  Privatizar las tierras nacionales, áreas protegidas, a través de decreto, a modo de edicto real, como en tiempos de la corono; no solo nos pone en retroceso de una gestión moderna y adecuada de los recursos naturales, sino que nos pone en desventaja ambiental y climática; desmejora las condiciones de las poblaciones directamente impactadas y nos desdice como nación por la palabra empeñada y con los compromisos asumidos internacionalmente.  No al retroceso ambiental, No al Decreto 141!


lunes, 26 de agosto de 2019

Y SI SE ROMPE EL PUENTE, ¿QUE HACEMOS?

Foto: Amazonas en Llamas- imagen de NetTV 23-8-2109

La riqueza natural planetaria está amenazada por la pérdida de sus bosques;no podemos mirar solo a Brasil, en Panamá, puente del mundo, la biodiversidad se empieza a desconectar

El mundo entero ha contemplado, casi petrificado, el incendio del bosque amazónico brasileño. Con profundo sentido de impotencia y frustración, hemos sido testigos de como se incineran miles de hectáreas, ante acusaciones por parte del presidente Bolsonaro, más que acciones concretas para contrarrestarlo.  Estos bosques tropicales son considerados el pulmón del mundo,  porque siendo que ésta franja localizada entre el trópico de Cancer y Capricornio y que hace miles de años cubría el 12% del globo y hoy que cubren no mas del 5%, alberga el 50% de la biodiversidad del planeta, es gran generadora de oxigeno  y receptora importante de CO2.  El 25% de éstas selvas, se localizan en Brasil, siendo ésta la masa boscosa tropical más grande del mundo.


 Pero mientras esto pasa en Brasil, también se queman bosques en Las Canarias, en Siberia y otros muchos focos en el mundo, que no por menos importantes, es menos preocupante ver como se pierden estos irremplazables ecosistemas.  Para el año 2017, según la organización Global Forest Watch se perdieron 15.8 millones de hectáreas boscosas en el planeta.  Eso equivale a dos veces el tamaño de Panamá.  Y sucede por quemas, sí, en su mayoría, pero el incendio es solo la vía para:  extender la frontera agrícola-normalmente para monocultivos-para construcción inmobiliaria, industrial de diversa índole, para transformación de suelos boscosos a "productivos" mal entendiendo que al ser boscosos, no son "producen".  Mientras en realidad están produciendo: agua, oxígeno, biodiverisidad, captura de carbono para el planeta entero.

Panamá es parte de este gran problema, porque en los últimos 60 años, ha perdido más del 50% de sus bosques.  A falta de una política ambiental que priorice riquezas naturales por encima de industrias extractivas o de una insostenible política agrícola, o ante la falta de entendimiento entre la necesidad de convivencia entre lo urbano y lo natural, perdemos indiscriminadamente bosques;  mientras tratamos de reforestar no con mucho éxito en el resultado y el tiempo.  Recientemente la Revista" Scientific American"  Publicó:  Panama Risks Becoming a Broken Link in an Intercontinental Wildlife Route.  

Esto se traduce en que los riesgos ambientales de Panamá, amenazan con romper el puente, que desde hace 3 millones de años ha conectado la biodiversidad del norte y el sur del continente.  Perdiendo con esto nuestra originaria -a mi parecer- más importante vocación de conectividad planetaria, la que transformó el mundo al conectar el norte y sur americano.
Foto: FAO Deforestación
en Panamá



La fragmentación boscosa impide que las especies migren en busca de alimento, de  mejores climas y para su natural apareamiento. Los expone al temor humano cuando invaden áreas urbanizadas a la muerte, los aísla en parches de bosque lo que al final se traduce en la extinción de muchas especies que conocemos.  Pero esto no solo está pasando en las selvas del Darién, en donde se están perdiendo cerca de 8.1 hectáreas diarias, según la publicación de La Prensa de hoy 26 de agosto, también se están perdiendo los bosques del área canalera por decisiones atomizadas, logísticas, urbanísticas, económicas, pero sin la mirada integral de la necesaria protección de nuestras selvas.

Foto: Laurentino Cortizo en Twitter Noviembre 2018




Qué hacemos?  Protestamos en Brasil? Nos amarramos a los arboles del Darién? Cerramos las calles en el área del Canal?.... 

Ninguna acción que evidencie el problema y demande acciones de autoridades  y actores claves, se puede descartar; pero no nos podemos contentar con eso.  Debemos actuar individual/colectivamente:  Reduciendo consumo de carne, consumiendo productos locales, mientras más cerca de nuestro centro urbano, mejor y si los podemos producir en casa, excelente!.  Caminando más, eliminando el plástico desechable, evaluando donde compramos la nueva casa que su construcción, implicó la tala de otro bosque; reduciendo nuestra adquisición de metales preciosos.   Sembremos, pero también contribuyamos a detener la deforestación, reciclemos y reduzcamos el consumo de los inservibles....Todo, todo lo que hagamos cuenta, porque somos los consumidores y la forma en que consumimos, lo que determina el que el mercado siga ofreciéndonos "espejo a cambio de oro", es decir, cambiándonos riqueza natural por depredación.  


Nuestras acciones individuales sumadas cuentan y obligan políticas de Estado más consolas con la realidad, nuestras acciones conscientes evitan que políticos desconocedores de los problemas climáticos, sigan impulsando Políticas desfasadas que ya no son acordes a la realidad planetaria y a la adaptación de la economía a la adaptación climática.  

Estemos todos claros, que el que está en peligro NO es el planeta, éste continuará sin nosotros; somos la raza humana, la que está en peligro de extinción. Entonces, ¿qué hacemos?

domingo, 4 de agosto de 2019

A 20 AÑOS DE LA ENTRADA AL CANAL DE PANAMÁ...

¿Qué pasó después
que cantamos orgullosos "Patria" y entramos corriendo a la zona agitando nuestra bandera tricolor?

31 de diciembre 1999, reversión del Canal a Panamá
Hace 20 años, en Panamá nos preparábamos emocionados, porque finalmente, luego de muchas luchas, tratados bilaterales, campañas y gestas reivindicativas, íbamos a recuperar el Canal y su Zona.  Pero eso no ocurriría de un día para otro; desde la firma de los Tratados Torrijos-Carter el 7 de  septiembre de 1977, se iniciaba la cuenta regresiva hacia ese lejano 31 de diciembre de 1999, para prepararnos -no solo en administrar la vía interoceánica- sino también para recibir y gestionar de la mejor forma posible y para el mayor uso colectivo, todos los bienes  estructurales pero también naturales que conformaban esos 1.432km2 de    
extensión de la Zona del Canal.

Con responsabilidad y con visión de nación, varias administraciones gubernamentales fueron preparando los diálogos como el de Contadora, estudios, diagnósticos, consultas. En 1993 se crea la Autoridad de la Región Interoceánica (ARI) y luego de mucha discusión y trabajo,  logramos en 1997 con el consenso político y de la sociedad en general, la Ley 21 de es año, que contenía el Plan General y el Regional de Usos de Suelo para la Región Interoceánica, con sus respectivos mapas que establecían- tal cual señalaban sus títulos-la forma en que se organizaba y se incorporaba al desarrollo nacional, ese nuevo territorio, desde siempre tierra istmeña, pero que por casi un siglo, había sido ocupado y administrado por los Estados Unidos de América.

Ciudad del Saber. Foto Mi Diario
Casi 20 años han pasado y los panameños hemos podido demostrar al mundo que tenemos la capacidad de manejar con éxito un canal e incluso ampliarlo, generando exponencialmente más ingresos que el administrado por los norteamericanos.  Nos organizamos y transformamos la base militar  norteamericana más importante de la región en un Centro del Conocimiento y la innovación no solo para Panamá, sino para el mundo en la Ciudad del Saber .  La entrada pacífica en Amador, se convirtió en el hogar de la única obra arquitectónica en Latinoamérica del afamado arquitecto Frank Gheri: el Biomuseo.  En la entrada atlántica, acabamos de inaugurar el puente de estructura de concreto y tensado, más largo del mundo para unir en un tercer punto, nuestra tierra dividida.  Pero así como nos podemos sentir orgullosos de tantos logros y avances que nos han permitido administrar nuestro territorio, debemos cuestionarnos y reprocharnos aquello que no está bien y que por más que tratemos de justificarlo, jamás estará bien.

Una de los aspectos que más se evidencian de un mal manejo de estos bienes es la contaminación de los ríos del área.  Rios como El Cárdenas, hace 20 años eran prístino porque las plantas de tratamiento estaban funcionando gracias al mantenimiento permanente, hoy eso ya ni se ve y mu
Deforestación en área canalera. Foto La Prensa
chas de las nuevas construcciones están vertiendo aguas crudas a éste y otros afluentes. así mismo vemos como se va tupiendo la telaraña aérea de tendido eléctrico, cuando la Ley 21 en su reglamentación indica taxativamente que ésta debe ser soterrada, precisamente para evitar interrumpir el entramado arbóreo que es prioridad, o debe serlo, en esta área.  Pero ya que hablamos del bosque, considero que es lo que más evidencia el manejo irrespetuoso y sin visión de su valor e importancia para la Cuenca del Canal y la propia subsistencia como cadena ecológica de biodiversidad entre el Atlántico y el Pacífico.  La fragmentación para la venta y desarrollo urbano y comercial, de uno de los Parques Nacionales más importantes: el Parque Camino de Cruces, bajo el grito de que "el progreso acaricia tus lares"se vende y se tala para hacer centros comerciales, barriadas,  ampliación de carreteras a ocho carriles, sin estudios profundos que sustenten el exabrupto ambiental.  Y lo más reciente, la venta de un bosque que debió legalmente incorporarse al PNCC-porque naturalmente está dentro de él- para mudar una escuela de un edificio construido a un bosque maduro.  Si a esto le sumamos una serie de
edificaciones abandonadas en muchas de las comunidades ex-zoneitas del atlántico y del pacífico, aún no se les da el tratamiento necesario para darle el mejor uso y aprovechamiento colectivo, pero nos resulta fácil vender para nuevas construcciones.  Mientras la infraestructura hidro-sanitaria sigue siendo prácticamente la misma que daba servicio a una población mucho menor y cuando aún éstas áreas eran bases militares.

Más allá que todo lo descrito y más, está  y ha estado bajo la responsabilidad  de los gobiernos de los últimos 20 años, los ciudadanos no dejan de tener su aporte al desmadre y al deterioro de éstas preciadas áreas, pagadas con sangre de muchos panameños y panameñas.  Hoy se puede ver la basura a lo largo de vías como la Forestal de Gamboa, o los autos estacionados sobre las zonas verdes justificados por la feria de los colegios del área o para ir a pagar la cuota obrero-patronal a las oficinas administrativas del  Seguro Social.  Como ya no hay un policía norteamericano que amenace con la detención, pareciera que la actitud colectiva es "ahora es tierra panameña y podemos dañarlo y comportarnos como hemos dañado y como actuamos en el resto del país".

Irónico porque cuando estaba en la escuela, precisamente en el 4to grado de mi historia anterior, la maestra nos pintaba el Panamá maravilloso que nos tocaría administrar y como con su ejemplo el Panamá en el que entonces vivíamos, imitaría las buenas prácticas de la "zona" en el resto del territorio nacional.

Corregimiento de Ancón

20 años están por cumplirse, tenemos de qué enorgullecernos, pero también mucho de qué avergonzarnos.  Pero podemos corregir, mejorar y así desdecir a aquel que dijo cuando la firma de los tratados Torrijos Carter:  "No te preocupes con eso de que ahora los panameños reciban el canal, ellos solitos se encargarán de destruirlo" Acordémonos que no solo se trata de manejar bien la ruta acuática, se trata de manejar en equilibrio y buen tino toda la región interoceánica, su urbanismo, sus bosques su agua y su gente.  Vamos, corrijamos la ruta y hagámoslo mejor!




lunes, 29 de julio de 2019

DE LECCIONES APRENDIDAS

Y aún más por aprender...

Cuando estaba en 4to grado de primaria, me sentaba en la parte de atrás con mi compañera María Eugenia a quien le encantaba dibujar emulando las entonces famosas foto-novelas; pasábamos horas dibujando y creando nuestro mundo de fantasía, sin enterarnos que hablaba la maestra ni lo que se hacía en clase.  Ese bimestre obtuve mis más bajas calificaciones en la historia de mi corta vida, hasta entonces.  La maestra habló con con mi mamá y ya deben imaginar las consecuencias.  Nos separaron, nos ubicaron adelante y pasé semanas después de clases actualizando mis cuadernos y poniéndome al día;  después de allí entendí que las decisiones que tomaba en la vida, tenían sus consecuencias y definirían mi camino.  En ese momento a estar en el grupo de los estudiantes problemas o a ser una estudiante sobresaliente.

Así la vida de tanto en tanto,  se me ha presentado con bifurcaciones en el camino, donde cada vez me corresponde elegir, como cuando tuve que plantarme:   Sigo en mi trabajo de arquitecta asalariada o abro mi propia firma con el recurso único de mi creatividad?...Opté por lo segundo.  Después de 13 años de ejercer como profesional independiente, me planteo:  Continúo con la maravillosa práctica  de la arquitectura  que me encanta o pospongo para  dirigir una organización no gubernamental para la defensa del ambiente?... me decidí por la segunda opción.  Continúo desde la sociedad civil organizada alzando mi voz y trabajando junto a otros en la defensa del ambiente, o doy el paso y acepto ir a una formula política para trabajar por la ciudad de Panamá como vicealcaldesa?... nuevamente opté por la segunda posibilidad.

De todas estas decisiones, lo importante es que me han llevado a mirar más allá de las que yo creía, eran mis únicas posibilidades para hacer el bien que me proponía.  Pero siempre, había un paso más allá, al otro lado del camino.

Lo que ha sucedido con esto, es que no obstante haber ejercido la carrera que me propuse estudiar, he sido presentadora de televisión, activista ambiental, directora de ONG's, y vice alcaldesa.  Pero siempre, siempre he querido dejar una huella positiva en lo que he hecho, superando el miedo de lanzarme a lo desconocido.  Pero lo que quisiera hoy con este escrito, es compartirles mi reflexión de lo aprendido de toda esta variada experiencia, desde diversos sectores del quehacer de nuestra
sociedad.

Entendí que como ciudadana tenía un rol que jugar  en esta sociedad y no solo como beneficiaria de los impuestos que pagaba.  Comprendí como dirigente de grupos organizados, en defensa del ordenamiento de la ciudad y de la protección de nuestro ambiente, había que perderle el miedo a los enormes intereses económicos, que me parecía -hasta entonces- eran los únicos que decidían el qué, el cómo y el dónde se hacía lo que se hacía, más allá del impacto que representara.  Aprendí desde el servicio público, que si bien era un privilegio ejercer desde "el poder"la toma de acciones concretas en beneficio de la sociedad, que éste era limitado y supeditado a una serie de  tejidos burocráticos y políticos, que hace disminuir su verdadero impacto, pero que al mismo tiempo crea los balances que se requieren en una democracia.  Aprendí que el poder ciudadano es más poderoso de lo que aparenta, cuando se ejerce en conciencia y con responsabilidad.

Hoy la vida me pone de frente ya no un camino con dos bifurcaciones, sino una encrucijada de vías que se entrelazan hacia el mismo norte.  Con todo lo recorrido, desde tantas rutas, quiero y puedo seguir aportando al desarrollo de mi país, junto a profesionales valiosos, con los saberes ganados, pero sobre todo con las lecciones aprendidas, cuya máxima lección es que siempre se puede aprender más y cada vez, hacer mejor

lunes, 19 de marzo de 2018

MUJERES POR NATURALEZA, DEFENSORAS DE LA NATURALEZA

Premiación Circulo Mujeres Intelectuales 2018
Foto: Tony Johnson



Hace algunos días,  en el marco de la celebración del Día de la Mujer, recibí el honor por parte del Círculo de Mujeres Intelectuales de Panamá, de ser reconocida con La Orquídea a La Mujer Intelectual 2018, por mi trayectoria y aporte en el tema ambiental en Panamá.  Este honor lo compartí con otras dos mujeres, Pilar Pravia y Veronica Wharton de Thorpe, cuyo compromiso con la transformación social de Panamá, ha estado siempre presente en sus vidas y me precio de ser testigo de ello.

El reto de esa noche para mi fue, que debía disertar sobre el papel de la mujer en el cuidado del ambiente.  No escribí el discurso, me salió del alma pensando en la relación tan única que ha existido desde siempre entre la mujer y la madre
Tierra, es por ello que quiero hoy escribirlo y compartir esta reflexión con quienes me siguen.

Rachel Carson
Bióloga Marina norteamericana
En la mujer el instinto de protección existe desde la aparición de la raza humana, solo pensemos que quien se quedaba custodiando el fuego cuando el hombre salía a cazar, era la mujer.  Todavía hoy en varios países del Africa subsahariana, son las mujeres adultas y niñas, las encargadas de buscar, cargar y llevar el agua hasta sus hogares y muchas veces son excluidas de su gestión.  La relación de la mujer con la protección de la naturaleza es única y creo que está  íntimamente ligada a la maternidad femenina; sea biológica que espiritual, la mujer da vida, la cuida, la alimenta, la protege, igual que hace la madre Tierra con nosotros.  No coincidentemente grandes mujeres, especialmente del siglo XX han estado relacionadas a la defensa ambiental; recordemos que fue la bióloga marina norteamericana Rachel Louis Carson quien con su libro Primavera Silenciosa en 1962 despertó la preocupación por el medio ambiente y llevó a la sociedad norteamericana a tomar conciencia y acciones sobre ello.  La inglesa fundadora de PETA, Ingrid Newkirk que promueve la protección y trato ético a los animales, generó toda una transformación en diversas industrias que los usaban indiscriminadamente para pruebas de todo tipo, entre otras cosas. Como no mencionar a la también inglesa Jane Godall, considerada la mejor primatóloga del mundo y que a través de la divulgación de su conocimiento sobre los primates, ha llevado adelante una campaña mundial de conciencia ambiental, sobre todo enfocada a los más jóvenes.

Ligia Arreaga, Darien
Foto: Tuiter de Magaly Castillo
Más cerca de nuestras fronteras debemos reconocer el gran sacrificio de muchas mujeres en la protección de nuestros recursos naturales, de frente a grandes y poderosas industrias que se imponen en territorios, mayormente rurales y son ellas, las que salen  en su defensa liderando a sus comunidades .  Es el caso de la hondureña Berta Cáceres, asesinada por defender el río de su comunidad contra la instalación de una hidroeléctrica.  Rigoberta Menchú en Guatemala, premio Nobel de la Paz, quien defendiendo la cultura de su pueblo, defiende también los recursos que la dan razón de ser a la existencia de las comunidades en relación con su entorno.
Silvia Carrera, Comarca Gnabe Bugle
foto: El Siglo

Larissa Duarte, Veraguas
Foto: Front Line Defenders









En Panamá, cada vez que alguien me expresaba su preocupación porque las mujeres no incursionaban en política, yo les decía es que estamos muy ocupadas protegiendo el ambiente, y se debe reconocer que desde allí se ha generado, una poderosa conciencia ambiental ciudadana.  Casi todas las organizaciones no gubernamentales enfocadas a esta faena, aún hoy, son lideradas por mujeres; en general las mujeres están muy relacionadas a la causa de la familia, por esto están al frente de organizaciones de salud, educación, derechos humanos, nutrición, ambiente.  Es su aporte particular al bien de la sociedad.  Pero más allá de esa faceta necesaria para impulsar políticas y programas, están en el campo las mujeres valientes arraigadas a su medio y dispuestas a dar la vida en la defensa de nuestro patrimonio natural.  Tenemos a Damaris Sanchez Samudio, gran defensora del Parque Nacional PILA en Chiriquí, Larissa Duarte defensora del Río Cobre en Veraguas, La Cacica Silvia Carrera, que gracias a su liderazgo y la tenacidad de su comunidad, impidió que la minería metálica se adentrara en la Comarca Gnobe Bugle, Yaritza Espinosa también en Chiriquí en su lucha incansable por el agua.  Un caso a destacar, la de la periodista Ligia Arreaga en Darién y su incansable y peligrosa defensa por la Laguna de Matusagaratí, que le ha implicado incluso, salir del país para librarse de las amenazas que atentaban contra su vida.  Mis máximos respetos a todas ellas y gracias por mantener viva la defensa de los recursos naturales de todos.

Por mi parte puedo decir que en mi formación de arquitecta, me enseñaron que tenía que dominar la naturaleza; la visión antropológica de que el hombre que está por encima de todo y debe someter la naturaleza para imponer su obra.  No fue hasta que me tocó convivir con ella y el contacto con personas que me enseñaron sobre ella, que mi intuición natural por su protección, regresó y empezó a regir mi vida.  Fue entonces cuando entendí que  no estamos por encima de la naturaleza, ni bajo ella, sino en perfecta relación armónica y es  esa la forma en la que debemos actuar para hacer del desarrollo, una expresión de sostenibilidad.  Mi pasión por el ambiente me ha llevado a poner de lado mi carrera como arquitecta, dirigir ONG's, agrupaciones comunitarias, conducir programas de educación ambiental, a realizar proyectos ambientales en diversos puntos del país y hoy a trabajar por mi ciudad.  Muchos retos por enfrentar, pero hemos asumido pasos importantes desde la ciudad en materia ambiental:  Iniciar la gestión ambiental de la ciudad a través de su arbolado, del plan de riesgo, basura cero y un ordenamiento territorial de la ciudad en donde la gestión ambiental es eje transversal de su construcción; son puntos claves para recuperar la naturaleza en la urbe, donde mujeres y hombres debemos ser parte integral de ello.




domingo, 11 de marzo de 2018

Y EL ACCESO A LAS PLAYAS?


Playa en Honolulu, Hawaii
Para mi, una de las cosas más fascinantes cuando visito otros países, es poder descubrir sus playas; pero más allá de eso, es disfrutar de su accesibilidad, sin que los desarrollos privados cerca de la costa, sean un obstáculo para ello.  Uno de
estos ejemplos más vívidos pude experimentarlo en Honolulú, Hawaii.

En 2015 se celebró la Cumbre de la UICN en donde participábamos líderes de gobiernos locales y de organizaciones ambientales de todas partes del mundo.  La agenda era muy apretada y no había tiempo de hacer visitas turísticas, pero la simple maravilla de poder salir de las reuniones, caminar en medio de la ciudad, llegar al parque público, allí usar los vestidores para ponerme el vestido de baño y entrar a la playa a orilla de la ciudad que estaba a 5 minutos detrás de mi, era una experiencia casi surrealista.  Leer un libro, tomar un café disfrutar de un emparedado en ese espacio de todos y luego regresar a mi hotel para prepararme  para el día siguiente, no tenía precio.
Parque Público con acceso a la playa, Honolulu, Hawaii

Playa de acceso público a lo largo de la costa urbana,
Honolulu, Hawaii
Qué es lo extraordinario de este relato?  Tal vez no sea tan evidente, pero la posibilidad del disfrute del espacio público y el acceso a una playa en medio de la ciudad, es casi un milagro en un siglo XXI de privatización de costas, de contaminación de mares y de supremacía del interés privado sobre lo público, particularmente en Panamá.  Lo descrito que pude experimentar en Honolulú, no dista de las potenciales características que podríamos haber encontrado en la playa de Ave Balboa con su Parque Urracá (pero interrumpimos su conectividad con una carretera...y además la ampliamos, le pusimos un muro y un relleno de elementos de concretos como para asegurarnos, que así algún día la playa esté limpia, no podamos de todas maneras usarla, solo conformarnos con verla de lejos).  O qué decir del Causeway de Amador, otro espacio público de primera con una concepción de aprovechamiento de esa franja costera para disfrutar del Pacífico; sin embargo, cada vez es menos público el espacio hacia ese mar, cuando áreas previstas como espacios turísticos, se van transformando en residenciales; o aún más, se planifica un desarrollo más intenso de puertos, y nuevos proyectos inmobiliarios masivos, obedeciendo al nuevo potencial de desarrollo que se desprende de la ampliación de la carretera.. Y así nos vamos, desarrollo, infraestructura, crecimiento, más estructuras y menos espacio para lo público y lo lúdico.

Pero lo que es aún más alarmante y está ocurriendo frente a nuestras narices, de forma lenta pero certera es la apropiación de toda la costa del pacífico panameño, en donde el desarrollo ya prácticamente se construye sobre la playa.  Desde el abusivo "desarrollismo" inmobiliario en Paitilla y Punta Pacífica, a los puestos de comida en Veracruz, a los desarrollos playeros desde San Carlos, Coclé y más allá

Turicentro de San Carlos
En los días de carnavales tuve  la experiencia en carne propia.  Con mi familia decidimos pasar el lunes de carnaval  en el Turicentro de San Carlos, pero decía cerrado hasta el miércoles  (Cómo un espacio turístico del Estado panameño, está cerrado en fechas donde más demanda tiene?, no entendí, pero esa es otra historia), el punto es que al estar cerrado, por allí no pudimos entrar a la playa pública. Caminamos un poco, buscando la servidumbre a la playa, lo que encontramos fue una larga cerca, con varias propiedades privadas en medio y una pequeña puerta improvisada; detrás un seguridad privado -custodiando la propiedad- que nos decía con asentir de cabeza- que podíamos pasar por la propiedad para poder llegar a la playa.   Lo más curioso del hecho fue cuando revisé un poco los detalles, la susodicha propiedad privada era un área deportiva pública y ahora tenía el letrero de EIA, para el desarrollo de un hotel privado.  Otro espacio público vendido!  Por dónde podremos entrar a la playa los que no vamos a un hotel?
Entrada atravesando propiedad privada para acceder a
la playa de San Carlos

El bienestar de un país no se mide solo en la cantidad de construcciones y desarrollo hotelero en sus costas; hay equidad, cuando sus costas son ampliamente accesibles, brindan facilidades públicas de alto nivel y su ordenamiento garantiza que se respete el espacio de todos y no prive el particular que se impone más allá del orden constitucional, para adquirirlo.

Centro Deportivo de San Carlos, vendido para desarrollo privado
Aqui tenemos que hacer un "mea culpa" todos: autoridades por permitirlo, comunidades cuando no lo denuncian y no exigen reposición del bien público, particulares y compradores que se prestan para el despojo de lo público.  El ordenamiento territorial no es solo una herramienta para decir donde se construyen edificios de apartamentos, hoteles o centros comerciales; es también la que garantiza que los bienes públicos, el patrimonio natural y cultural de todos.  Por más libre que sea la economía,
EL PAIS NO PUEDE ESTAR EN VENTA

lunes, 7 de agosto de 2017

¿MAL TIEMPO O MALA PLANIFICACIÓN?

Se ha convertido en normalidad, que en cada periodo lluvioso veamos en los diversos noticieros, imágenes de las inundaciones en diversos puntos del país; particularmente en el área de Panamá Este y más recientemente en Panamá Oeste.  Continuamente se hace mención a que hubo inundación debido al “mal tiempo”, pero la lluvia no es mal tiempo, la lluvia es agua que trae vida, que regula el suelo, el clima, purifica, es parte del ciclo natural; así que no podemos decir que es mal tiempo.  La inundación no se produce porque llueve, se produce porque hemos ocupado el espacio del agua y borrado las barreras que la contienen.

Cada vez somos más y demandamos suelo para ocuparlo, pero esta ocupación la estamos haciendo de manera indiscriminada sin dejar espacio a que los ríos –que son entes dinámicos y cambiantes- crezcan y se desborden, hemos acabado con sus bosques de galerías, mismos que nos protegen durante sus crecidas; a las quebradas se les ha llamado “desagües pluviales” y bajo ese pseudónimo se aprueban supuestas mejoras, que permiten que se canalicen y entuben, intensificando la concentración hídrica, que luego buscará siempre los puntos más bajos para salir y éstos, normalmente ya están poblados. 

Si a lo antes descrito, sumamos que se están rebanando montes, devastando bosques, rellenando cuenca baja –zona natural de drenaje de ríos- e ignorando afluentes y ojos de agua que se encuentran en los terrenos, el asunto es muy grave.  Lo más penoso es ver, cómo lo que se hizo hace décadas en Panamá ciudad, por desconocimiento, ignorancia o pensando que la ingeniería todo lo resolvería, hoy se repite más rápido y a más vasta escala en Panamá Oeste.  Es por ello que empezamos a escuchar de inundaciones sobre barrios tradicionales donde nunca antes se dieron. 

Vivimos en un país ubicado en el trópico húmedo, eso quiere decir que llueve hasta 10 meses al año, por encima de 2000mm3. Tenemos 52 cuencas hídricas, con más de 500 ríos importantes y llenas de afluentes y quebradas que las nutren; tenemos un elevado nivel freático, lo que quiere decir que el agua está a flor de piel y como si faltara algo, vivimos entre dos oceános a nivel del mar.  Entonces, cómo es posible que con esta condición sigamos ignorando el agua, pensando que entubándola y echándole tierra encima la dominamos?

Por años hemos pensado que no pasa nada, porque mientras había mucho suelo disponible, el agua encontraba espacio para drenar.  Sin embargo en la medida que vamos ocupando más suelo, éste pierde permeabilidad, capacidad de absorción y drenaje y simplemente nos encontramos flotando en medio del agua que no tiene por donde salir.

Cuál es la propuesta?


Diseñar con el agua. Ningún proyecto de urbanización, comercial, institucional, en resumen: ninguno, debe ser aprobado sin considerar zonas verdes naturales libres; no de estacionamientos, no de aceras, zonas verdes libres. Además deben respetarse en diseño y durante la construcción, los bosques de galería, las riberas de ríos y los humedales.  Pareciera fácil de hacer cumplir, pero el problema empieza porque en muchos de los planos ni siquiera los evidencian, simplemente son inexistentes.  Los estudios ya están hechos, las indicaciones de que hacer ya están en blanco y negro, solo falta alinear acciones, coordinar procedimientos de aprobación y fiscalizar en campo para que se respeten.  Pero este compromiso debe ser de parte y parte; de quien diseña, de quien aprueba, de quien construye y de quien fiscaliza; nadie debe ignorarlo, porque de ésto dependen las vidas que se ven afectadas y que luego, en el noticiero salimos diciendo que fue culpa del “mal tiempo" 

Carta Abierta a Mi Hija (desde un Panamá minero)   Recuerdo como si fuera ayer, como me afané en que todo estuviese listo para cuando nacier...