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viernes, 10 de diciembre de 2021

La Política Ambiental, más allá de la política


Hace unas semanas atrás, la periodista Yisell Arévalo me contactó porque le interesaba realizarme una entrevista sobre temas ambientales.  Siempre voy muy abierta a estos diálogos, porque desde que me involucré en estos temas, comprendí que el buen periodismo, era la mejor manera de lograr que más gente tuviera acceso a la problemática ambiental y a sus soluciones; así que fui muy dispuesta a mi entrevista.  

Fue muy variada, pero muy temprano en la conversación me di cuenta, que en el fondo querían saber, es si yo estaba buscando postularme en política nuevamente.  De hecho fue la pregunta que precisamente generó el título de la entrevista.  

Amé servir como Vicealcaldesa y en más de una ocasión como Alcaldesa Encargada de la ciudad de Panamá; sin embargo, es una etapa de mi vida que dediqué con pasión al servicio público, que culminó en junio 2019.  Hoy con el mismo norte, determinación y pasión sigo trabajando por Panamá desde otros ámbitos, que muy pronto contaré en detalles; mientras tanto comparto con ustedes esta conversación con Yisell y Edward -su genial fotógrafo- para Destino Panamá, porque me parece que resume bien mis posturas y opiniones ante nuestra realidad socio, económica y ambiental hoy.

https://destinopanama.com.pa/2021/11/25/mi-servicio-militar-ya-lo-cumpli-raisa-banfield-sobre-sus-aspiraciones-politicas/ 

viernes, 3 de abril de 2020

EL MUNDO SE DETUVO Y LA TIERRA RESPIRÓ

Somos la especie más vulnerable ante los cambios del planeta....



Las noticias más recientes exponían la preocupación de expertos sobre la intensidad con la que los niveles de contaminación ambiental se incrementaban, la realidad iba mucho más allá de los pronósticos y por tanto estábamos alcanzando puntos de no retorno, antes de lo esperado.  Miles de toneladas de plásticos en ríos, altos niveles de contaminación de aire, particularmente en las urbes más pobladas e industrializadas; grandes pérdidas en biodiversidad por deforestación y los cada vez más comunes, incendios forestales. En fin, los escenarios no eran alentadores y los cambios que los múltiples acuerdos, productos de las diversas Cumbres del Clima, promovidas por Naciones Unidas, no llevaban la velocidad en las acciones que las circunstancias climáticas exigían; esto alegando, en muchos de los casos, que implicaba cambios en el modelo económico devastadores e imposibles de asumir por las potencias globales.


¿Y que viene sucediendo solo desde hace 3 meses?  Los escenarios son totalmente lo contrario a lo anterior; niveles de contaminación del aire que han caído a los de hace 50 años en importantes ciudades europeas y asiáticas, los canales de Venecia vuelven a correr limpios y con vida; los animales de los entornos naturales, entran confiados en áreas urbanas,  y pareciera que el planeta no habría tenido mejores indicadores de recuperación desde mediados del siglo XX hasta la fecha. La ironía de esto es que un virus respiratorio que ataca a la raza humana, ha forzado a que detengamos nuestro intenso ritmo de vida y como efecto colateral le ha permitido al planeta respirar.


Lo imposible sucedió: Se detuvieron los carros, se estacionaron los aviones, se paró la tala y la construcción. Las escuelas se cerraron, los centros comerciales se vaciaron; el mundo se detuvo.  La raza humana para protegerse, se ha visto obligada a hacer lo que hace tres escasos meses parecía imposible: dejar de vivir de la manera acelerada como vivía. Cambiar un viaje para un congreso, a una reunión por zoom;  dejar de trabajar 14 horas en una oficina, para teletrabajar desde su hogar algunas horas al día; dejar de hacer filas larguísimas para pagar un compromiso con una institución del Estado, que hasta hace pocos días no había forma de pagarla en línea.  Se pospuso todo, todo dejó de tener la urgencia e impostergabilidad que parecía tener. Todo esto, creo que nos hace comprender que si por obligación –de vida o muerte- ha sido posible cambiar de un momento a otro de estilo de vida y seguir viviendo, seguramente de forma menos abrupta, más planificada y adecuadas para garantizar sostenibilidad económica y calidad de vida,  podremos hacerlo para salvar al planeta y de paso la vida humana en un plazo más mediato.  


La urgencia sanitaria también nos ha enseñado, el valor del espacio que habitamos, que pueda integrarse con el exterior, dejarle ventanas y balcones para que el aire entre y podamos de alguna forma interactuar con el de fuera; que las aceras y los espacios públicos sea generosos, que por si nos encontramos en ellos, sean espacios dignos y nos permitan guardar distancias si las circunstancias así nos lo exigen; que la producción agrícola no es un renglón económico pasado de moda y que los alimentos que producen nuestras comunidades rurales, son garantía -ante crisis sanitarias internacionales- de que no nos quedemos sin comida.  Esta crisis nos enseña que los espacios boscosos o zonas verdes, no son espacios subutilizados del desarrollo, son desarrollo en sí mismos, en la medida que nos protegen, que son barreras y pulmones, aliviadores de del individualismo enclaustrado, un espacio hacia la conexión con nuestra Madre Tierra.


Muchas lecciones nos deja este virus que impide respirar a los humanos, pero que ha permitido respirar al planeta y nos deja ver que para sobrevivir en él, tendremos que cambiar sí o sí, nuestra forma de vivir, de movernos, producir e interrelacionarnos.  Pero la lección más importante que nos deja: es que el mundo no tiene fronteras es la casa de todos y lo que pasa en China, tarde o temprano, me afectará en Panamá. Entonces si no es por altruismo, aunque sea por egoísmo, pensemos qué más podemos hacer para cohabitar mejor en nuestro planeta.

lunes, 26 de agosto de 2019

Y SI SE ROMPE EL PUENTE, ¿QUE HACEMOS?

Foto: Amazonas en Llamas- imagen de NetTV 23-8-2109

La riqueza natural planetaria está amenazada por la pérdida de sus bosques;no podemos mirar solo a Brasil, en Panamá, puente del mundo, la biodiversidad se empieza a desconectar

El mundo entero ha contemplado, casi petrificado, el incendio del bosque amazónico brasileño. Con profundo sentido de impotencia y frustración, hemos sido testigos de como se incineran miles de hectáreas, ante acusaciones por parte del presidente Bolsonaro, más que acciones concretas para contrarrestarlo.  Estos bosques tropicales son considerados el pulmón del mundo,  porque siendo que ésta franja localizada entre el trópico de Cancer y Capricornio y que hace miles de años cubría el 12% del globo y hoy que cubren no mas del 5%, alberga el 50% de la biodiversidad del planeta, es gran generadora de oxigeno  y receptora importante de CO2.  El 25% de éstas selvas, se localizan en Brasil, siendo ésta la masa boscosa tropical más grande del mundo.


 Pero mientras esto pasa en Brasil, también se queman bosques en Las Canarias, en Siberia y otros muchos focos en el mundo, que no por menos importantes, es menos preocupante ver como se pierden estos irremplazables ecosistemas.  Para el año 2017, según la organización Global Forest Watch se perdieron 15.8 millones de hectáreas boscosas en el planeta.  Eso equivale a dos veces el tamaño de Panamá.  Y sucede por quemas, sí, en su mayoría, pero el incendio es solo la vía para:  extender la frontera agrícola-normalmente para monocultivos-para construcción inmobiliaria, industrial de diversa índole, para transformación de suelos boscosos a "productivos" mal entendiendo que al ser boscosos, no son "producen".  Mientras en realidad están produciendo: agua, oxígeno, biodiverisidad, captura de carbono para el planeta entero.

Panamá es parte de este gran problema, porque en los últimos 60 años, ha perdido más del 50% de sus bosques.  A falta de una política ambiental que priorice riquezas naturales por encima de industrias extractivas o de una insostenible política agrícola, o ante la falta de entendimiento entre la necesidad de convivencia entre lo urbano y lo natural, perdemos indiscriminadamente bosques;  mientras tratamos de reforestar no con mucho éxito en el resultado y el tiempo.  Recientemente la Revista" Scientific American"  Publicó:  Panama Risks Becoming a Broken Link in an Intercontinental Wildlife Route.  

Esto se traduce en que los riesgos ambientales de Panamá, amenazan con romper el puente, que desde hace 3 millones de años ha conectado la biodiversidad del norte y el sur del continente.  Perdiendo con esto nuestra originaria -a mi parecer- más importante vocación de conectividad planetaria, la que transformó el mundo al conectar el norte y sur americano.
Foto: FAO Deforestación
en Panamá



La fragmentación boscosa impide que las especies migren en busca de alimento, de  mejores climas y para su natural apareamiento. Los expone al temor humano cuando invaden áreas urbanizadas a la muerte, los aísla en parches de bosque lo que al final se traduce en la extinción de muchas especies que conocemos.  Pero esto no solo está pasando en las selvas del Darién, en donde se están perdiendo cerca de 8.1 hectáreas diarias, según la publicación de La Prensa de hoy 26 de agosto, también se están perdiendo los bosques del área canalera por decisiones atomizadas, logísticas, urbanísticas, económicas, pero sin la mirada integral de la necesaria protección de nuestras selvas.

Foto: Laurentino Cortizo en Twitter Noviembre 2018




Qué hacemos?  Protestamos en Brasil? Nos amarramos a los arboles del Darién? Cerramos las calles en el área del Canal?.... 

Ninguna acción que evidencie el problema y demande acciones de autoridades  y actores claves, se puede descartar; pero no nos podemos contentar con eso.  Debemos actuar individual/colectivamente:  Reduciendo consumo de carne, consumiendo productos locales, mientras más cerca de nuestro centro urbano, mejor y si los podemos producir en casa, excelente!.  Caminando más, eliminando el plástico desechable, evaluando donde compramos la nueva casa que su construcción, implicó la tala de otro bosque; reduciendo nuestra adquisición de metales preciosos.   Sembremos, pero también contribuyamos a detener la deforestación, reciclemos y reduzcamos el consumo de los inservibles....Todo, todo lo que hagamos cuenta, porque somos los consumidores y la forma en que consumimos, lo que determina el que el mercado siga ofreciéndonos "espejo a cambio de oro", es decir, cambiándonos riqueza natural por depredación.  


Nuestras acciones individuales sumadas cuentan y obligan políticas de Estado más consolas con la realidad, nuestras acciones conscientes evitan que políticos desconocedores de los problemas climáticos, sigan impulsando Políticas desfasadas que ya no son acordes a la realidad planetaria y a la adaptación de la economía a la adaptación climática.  

Estemos todos claros, que el que está en peligro NO es el planeta, éste continuará sin nosotros; somos la raza humana, la que está en peligro de extinción. Entonces, ¿qué hacemos?

lunes, 19 de agosto de 2019

"SUBE Y DALE PA'TRAS"

Un antes y un ahora en el transporte público en Panamá


Durante toda mi carrera de arquitectura en la Universidad de Panamá, viajaba en bus (Tumba Muerto- Calle 12)  Desde la parada del Dorado- a la que llegaba caminando desde Altos del Chase-  de allí, en bus hasta la U, al lado del Seguro Social de Transístmica.  Era relativamente cerca, pero montarse en uno de esos conocidos "diablos rojos", era una verdadera tortura.  Casi siempre tocaba ir de pie, rozando tu cuerpo con cada desconocido que se deslizaba en el pasillo de 60cm de ancho y  que ya lo ocupaban dos filas de personas, para constreñirse en el fondo, ante el grito desesperado del conductor "DENLE PA'TRAS".

Diablo Rojo, Antigua rutaTumba Muerto - Calle 12


Cuando llovía, que era a menudo, íbamos como carne cocida al vapor, sudando hasta la última gota, con los vidrios cerrados para que no entrara el agua (aunque casi siempre llovía por dentro) mezclando perfumes y olores muy humanos... y cuando a toda esta experiencia, ya bastante singular, se le sumaba el día que me tocaba llevar la regla T, el rollo de plano para la entrega de algún proyecto, o la Acuarela terminada para la clase de Perspectiva uffff.... sí, viajar en bus era el castigo del universo por no tener carro.

Terminé mi carrera, tuve mi primer carrito y de allí en adelante, más nunca subí a un bus, salvo cuando ya casada con dos hijos, quise que mis niños vivieran la experiencia, como una aventura  (era una noche fresca, el bus casi vacío y mi esposo nos escoltaba en carro, desde el McDonalds del Dorado a Plaza Edison... nada complicado).

Todos sabemos, lo que significó el 23 de octubre de 2008 para la vida, particularmente, de los familiares de quienes  murieron incinerados en aquel autobús, pero también para la transformación que empezó a tener la movilidad pública en Panamá.  Poco después inicia el estudio para el desarrollo del Plan Integral de Movilidad Urbana Sostenible (PIMUS)  y recuerdo que me tocó participar en las mesas de estudio diganóstico, como Fundación Panamá Sostenible, que dirigía.  Lo que allí se proyectaba parecía inalcanzable para Panamá, ante un sistema por décadas dominado por las mafias del transporte.  Pero no solo había que soñar, había que trabajar en ello.

Plan de Acción Alcaldía de Panamá-BID
Años después, ya electa vicealcaldesa de la ciudad de Panamá, me correspondía la asignación de un carro de trabajo.  En ese momento tomé la decisión de vender mi carro personal (que estaría la mayor parte del tiempo estacionado) para en días laborables usar el auto asignado, y en los de asueto, compartir con mi esposo el carro familiar.  Pero tenía una idea en mente:  "Quiero contribuir desde mi trabajo a que la movilidad en Panamá mejore tanto, que al salir de la Alcaldía, ya no tenga necesidad de comprarme un carro".  Tenía esa idea clara en mente: UN CARRO MENOS

Acera renovada en Vía España, Ciudad de Panamá
Ya es historia sabida lo que ocurrió en los últimos 10 años con el inicio de  la implementación del PIMUS, la construcción de 2 lineas de metros, la transformación del sistema de buses de diablo rojos al sistema metrobus, y luego el proyecto de recuperación de aceras y espacio público de la Alcaldía de Panamá;  que partiendo del estudio diagnóstico y diseño de un plan de acción, inicia la recuperación del centro para facilitar la caminabilidad, como contribución desde el gobierno local y mejorar así la conectividad,
incentivando a que más personas sientan mayor comodidad al acceder al transporte público, pero sobre todo para que quienes tienen carros, puedan dejarlos en casa y moverse en la ciudad.

Linea 2 del Metro de Panamá

Por mi parte hace 50 días que no dispongo de carro personal y me muevo por la ciudad con todos los medios de transporte disponibles:  desde el selectivo taxi, al cómodo uber, pero también en bicicleta (cuando se trata de puntos alrededor de donde vivo), en metro y casi siempre en bus.  Les comento que es una experiencia gratificante:  me encuentro con la gente, converso, cuando hay condiciones, leo mi libro que llevo en la cartera, (cómodamente sentada y con aire acondicionado), disfruto mi ciudad y muchas veces me siento como si no viviera en mi país.  Hace 25 años cuando iba a la U, jamás pude imaginar que sería parte de este cambio.   No puedo decir que no necesito un carro y es muy posible que lo compre, lo cierto es que ya no dependeré de él como antes.  


Sistema de Transporte Mi Bus
Es verdad,  aún nos falta mucho, mayores conexiones,  más lineas de metro, mejorar horarios y rutas de mi bus; pero también continuar con las mejoras a  las aceras para hacerlas realmente caminables, sombreadas con árboles.  Sin embargo, ya hemos comenzado y no debe haber vuelta atrás.  Una ciudad de rascacielos y de Canal Interoceánico que conecta al mundo, no puede ser para sus visitantes y locales, una ciudad que no conecte sus barrios y a su gente, reduciendo emisiones con una movilidad eficiente y menos contaminante;  pero sobre todo una ciudad con mejor calidad ambiental, más eficiente, una ciudad para su gente.


 







lunes, 12 de agosto de 2019

LA CIUDAD QUE CELEBRA 500 AÑOS

Panamá!

Maqueta de la Primera Ciudad de Panamá, Panamá La Vieja
San Felipe, Ciudad Amurallada

En la cercanía del cumpleaños 500 de la fundación de ciudad Panamá, me envuelve un profundo sentido de  reflexión sobre la ciudad que hemos sido, que somos y que tenemos el potencial de ser.  Ciertamente por casi 4 siglos y medio, fuimos una ciudad de intramuros con un arrabal que la complementaba y una serie de fincas que fueron perfilándose como los nuevos barrios a las afueras de la ciudad.

Mientras que la ciudad de intramuros, se mudaba y reinventaba a través de sus diversos estilos, colonial, francés, norteamericano, mantenía su trazado,escala y su planificación; intercalándose -entre tanto y tanto-incendios y saqueos.  En las afueras la ciudad crecía a veces orgánica e improvisada producto de las migraciones internas y externas, pero a veces con planificación determinada y visión a largo plazo, como la que concibió Belisario Porras en La Exposición.  No obstante debemos reconocer que el vertiginoso crecimiento de la urbe más antigua del pacifico americano, en tierra firme -Panamá- ha ocurrido en los últimos 50 años. 

Ciudad de Panamá en 1960,
fotografía: Panamá Vieja Escuela
En 1960 la ciudad contaba con una población  de 283,000 habitantes, pasando a 800mil hacia finales del siglo XX, para llegar a más de 2 millones en el área, que ahora se proyecta como zona metropolitana. Con el crecimiento poblacional, la crisis económica del primer decenio del siglo XXI en Europa y Estados Unidos, el foco de la inversión internacional más importante en Panamá, además de la ampliación del Canal, era el mercado inmobiliario. Con esto la  transformación del suelo capitalino sufrió cambios dramáticos y muy rápidos. Como ejemplo de ello, los corregimientos  de San Francisco y Bella Vista, fueron el epicentro de esta vorágine. Así, ante nuestros ojos,  veíamos como residencias unifamiliares en lotes de 800 a 1000m2 se convertían en edificios para 200 familias, con una huella de construcción que ocupan todo el terreno, lo que anteriormente eran áreas verdes, jardines o arbolado urbano.  

fotografia: Peter Lievano
El alto poder adquisitivo, la dinámica impuesta por la ampliación del canal y sus nuevas perspectivas, así como la nueva demanda inmobiliaria del turismo de segunda residencia y de corrientes migratorias importantes,  encontraban en nuestra ciudad, sitio seguro para seguir su desarrollo en distintos ámbitos. Sin embargo, la ausencia de planificación con visión a largo plazo, donde la oferta de mercado dispuso  de las áreas donde debía crecer la ciudad, pero sin que el Estado pudiera estar cónsono en inversiones de infraestructuras, saneamiento y agua potable, hacia esos nuevos sitios que ahora consumía nuevo suelo urbano.

Siendo así que ahora ocupamos manglares, bosques de la cuenca del Canal, construimos sobre ríos, afectando sus dinámicas, pero a la vez contaminando sus aguas con el descontrol en el manejo de residuos urbanos. Ante este escenario del primer cuarto de siglo, cuáles son los desafíos y en que debemos enfocar nuestras acciones?

Enfocarnos en ordenar el territorio, determinar la concentración de la huella urbana, aprovechando suelo urbanizado subutilizado para evitar seguir consumiendo suelo de riqueza natural.  Identificados ya los espacios públicos de carácter distrital, generar parques conectores, no solo de gente sino de biodiversidad, amortiguando zonas de conservación.  Equilibrando densidad con intensidad, logrando que las edificaciones acojan más personas, pero no a costa de masificar la ciudad, recuperando y generando espacio que brinde equilibrio entre lo que se construye y los vacíos que quedan para que sean llenados por la gente.  Intensificar las inversiones en movilidad pública, que le da prioridad a la no motorizada, entre los aspectos más relevantes.

San Felipe, fotografía de COPA Airlines
La ciudad ya tiene un plan, que no puede ignorarse, que debe revalidarse y aplicar.  No podemos seguir en los 500 años por venir, con una ciudad que crece a tumbos, por impulsos o por caprichos de un sector, consumiendo suelo y recursos finitos, incrementando crisis climática.  Tiene que ser para todos, inclusiva, con inversiones públicas enfocadas a las áreas de desarrollo y con visión de gestión ambiental integrada como parte de un desarrollo coherente y participativo.  Es la ciudad que debemos y tenemos la responsabilidad de seguir  construyendo, a partir de las bases existentes, la ciudad que cumple 500 años, antigua, moderna, emergente.

miércoles, 24 de julio de 2019

Que tan viable es una playa artificial en la Bahía de Panamá?

Y si recuperamos las playas que ya tenemos?



Con respecto a la creación de una playa artificial a lo largo de la Cinta Costera en la Bahía de Panamá, comparto la entrevista que me hicieran en TVN con consideraciones compartidas, con muchos profesionales que han estudiado y coincidimos en recomendar realizar profundos estudios para analizar la viabilidad ambiental y socioeconómica de la propuesta:


https://www.tvn-2.com/nacionales/Raisa-Banfield-sugiere-intervenciones-Panama-ciudad-alcaldia-playas_0_5357464212.html

domingo, 14 de julio de 2019

De Ciudades Monotemáticas a Ecosistémicas


En el interior de Panamá
Para mi, uno de los placeres más gratificantes: poder descubrir el paisaje natural de nuestros pueblos, cuando en recorrido por carretera, me dirijo a algún punto del interior de la República.  Esa fue precisamente la experiencia del pasado fin de semana, rumbo a Chiriquí.  

Volcán
La riqueza en el camino pasa desde bosques tropicales que te abrazan, hasta prados de cultivos, atravesando caseríos campesinos, con actividades tanto diversas como distantes a las de la urbe.  Siempre es un descanso a la vista, pero sobre todo a la congestión de mente y a veces, hasta del alma.  Ya en Chiriquí, la variedad es impresionante, desde climas, hasta vegetación y flora.  Paisajes de montañas nubosas en Tierras Altas, hasta los bajos del pacífico con playas majestuosas como las de Puerto Armuelles.

Boquete
Playa en San Vicente, Puerto Armuelles
Precisamente estando en esta Tierra de contrastes, por sus riquezas naturales, dos aspectos me vinieron de particular relieve:  el contraste entre la prosperidad productiva y turística de tierras altas, vs la soledad y percepción de abandono de la zona baja costera, como Puerto Armuelles.  Este último con unas playas hermosas, un urbanismo que otrora fuera a la vanguardia de muchos en el resto del país, con arquitectura tropical emplazada en un paisajismo que aún destaca una belleza natural singular. La historia riquísima de un pueblo porteño, de gran auge en el siglo pasado, de donde aún hay vestigio en su viejo muelle, las ruinas del ferrocarril y la nostalgia por lo que dejó la era bananera.   

Todo esto no me hace más que pensar en ¿por qué teniendo tanto, se desarrolla  tan poco?  Caminando por sus calles, entrando a sus viajes edificaciones, la respuesta casi salta a la vista. Hacer que el desarrollo de un pueblo o ciudad, dependa de una actividad, por más lucrativa y que de ella deriven actividades indirectas, no promoverá un desarrollo integral y sostenible, será solamente para "los buenos tiempos" y en los malos...ya veremos.

Puerto Armuelles
Pensar en las ciudades como un todo, un conjunto de dinámicas y realidades que coexisten y son interdependientes. No como ciudades monotemáticas donde todo lo demás depende de esa actividad o realidad principal:  Panamá y su Canal, Cerro Punta y la agricultura, Darien y el aprovechamiento maderero, Puerto Armuelles y la actividad bananera... NO! Las ciudades son gente, naturaleza, cultura, producción de alimentos o de bienes, pero también sitios para visitar y conocer.  Esto último porque cada condición natural o cultural que las caracteriza, las convierte en sitios únicos y especiales para el turismo, la investigación o simplemente para su descubrimiento.  Pensar las ciudades como un todo y desarrollarlas como un ecosistema, depende de la participación y el reconocimiento de todos sus actores; su gente, sus autoridades, sus empresarios, todos.  Solo pensando y actuando así, las ciudades pueden distribuir sus inversiones, pero también hacer de estas mejores garantes de los bienes y recursos que sostienen a largo plazo las mismas.  Reconocer los valores y activos, pero también las vulnerabilidades y debilidades de las ciudades, permite mirarlas como un ecosistema que distribuye mejor cargas y contrapesos del crecimiento, pero también  la custodia de sus patrimonios naturales y culturales.


domingo, 31 de diciembre de 2017

De Lo Sufrido, Lo Aprendido y Lo Disfrutado



El 2017 ha sido de muchas dificultades, pero lleno de satisfacciones y
mucho aprendizaje.


De lo sufrido:

Aunque hay cada vez más conciencia ambiental, al menos en conocimiento del problema del cambio climático y de iniciativas de educación, la realidad es que las afectaciones avanzan y el deterioro de los ecosistemas es cada vez más evidente.  Los manglares amenazados por desarrollo urbano por un lado y por afectación química y de plagas por otros, son el reflejo de una política fallida en su verdadera puesta en valor para la salud -no solo de los ecosistemas que dependen de éstos- sino de la propia salud humana.  El desarrollo de proyectos de playa hacia el oeste, comercial y residencial hacia el este, con  una actitud de indiferencia hacia el mal que se causa, más la presión que se impone en medio de tecnicismos y varios legales; le permiten  a desarrolladores ir conquistando espacios que estudios, planes y modelos hidrológicos indican que hacia allá no debe, ni puede ir el desarrollo.  Evitar que esto continúe depende de los que tienen que entender, quieran entender lo grave del problema y tomemos acciones conjuntas en campo, no solo en discursos o en propuestas.

El hecho que la minería metálica avance y se posicione como pilar del desarrollo económico del país, o de que hoy se esté hablando de puerto para naves de gran calado, frente a las costas del atlántico afectando manglares y corales;  o de la venta de áreas naturales de gran riqueza en zonas marino costeras, preocupa extremadamente porque pareciera que el discurso sobre la sostenibilidad del desarrollo, va en vía contraria de las decisiones que hacen insostenible el desarrollo  de un país vulnerable como el nuestro, ante el impacto del cambio climático.

Releyendo lo escrito casi me parece una reflexión de años anteriores, porque cada año, como en la procesión de Portobello, en esta materia damos un par de pasos adelante, pero otros 3 hacia atrás.  El camino por andar es largo aún y el tiempo se reduce, no hay espacio para errar y que alguien diga: "te lo dije"

De lo aprendido:
Que a pesar  que por muchos el servicio público está subestimado, denigrado y mal visto, es una de las funciones más nobles y que mayores satisfacciones personales brinda.

La posibilidad de incidir positivamente en la vida de la gente, transformando su entorno, atendiendo lo que le aqueja o apoyando en alguna solución, son posibilidades de crecer como persona más allá del sacrificio y dificultades que implican. La gratitud -incluso sin expresar- de la gente, hace mil veces que haya valido todo la pena.

Pero además el servicio público no es un poder absoluto en sí mismo, así seas autoridad, porque este si no es en conjunto con la aplicación de leyes, otras competencias y responsables, no funciona en muchos casos.  A veces te puedes sentir como tigre vegetariano, o como depredador sin colmillos; en otras palabras impotente y frustrado.  Pero de allí también surgen posibilidades de corregir, reforzar, crear opciones y sumar a otros.  En resumen, ha sido una posibilidad maravillosa poder servir desde la Alcaldía a mi ciudad y de alguna forma a mi país

De lo desfrutado:

Descubrir la energía y creatividad de los jóvenes cuando les das la posibilidad de trabajar por su ciudad.  Todo el proceso de trabajo para el concurso Ponte Linda Panamá, fue una de las actividades más hermosas y mayormente disfrutada del 2017. Ver la interacción entre los jóvenes estudiantes con la gente de las comunidades y con sus asesores, funcionarios municipales, todos juntos para aportar a mejorar nuestra ciudad y con un espíritu de competencia sana para hacer de las oportunidades, el mejor espacio de aporte de ideas para nuestros parques -tan importantes- en la ciudad.  Poder ser puente para canalizar necesidades con soluciones, capacidades con propuestas y acciones, es una experiencia extraordinaria.  Lo disfruté muchísimo, pero aprendí más

Que el año por iniciar nos llene de optimismo y ganas de seguir transformando para bien, nuestra ciudad, nuestro país, nuestro planeta.
Feliz 2018

domingo, 3 de septiembre de 2017

CIUDADES DE EXPERTOS Y AMAS DE CASA



La semana del 20 de agosto estuve participando en la ciudad de Santander, España del curso sobre ciudades sostenibles, que ofrecen la Universidad de Menéndez Pelayo, la Universidad de Cantabria y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).  Fui invitada por el BID a participar como moderadora de uno de los paneles, basado en el proceso desafiante, que desde hace tres años, nuestra ciudad inició de cara al ordenamiento de su territorio y en busca de lograr sostenibilidad en un modelo de desarrollo más equilibrado y humano.

Precisamente el día que abordábamos el tema de los diversos diagnósticos que se realizaron en las distintas ciudades latinoamericanas, bajo la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles (ICES), se inundaba nuevamente el corregimiento de  Juan Díaz en Panamá, a razón de las fuertes lluvias de ese fin de semana.  Tristemente coincidía la realidad de zonas inundadas, con la modelación hidrológica que había realizado el Instituto Hidráulico de Cantabria para los estudios del Plan de Acción de Panamá.  Fue entonces cuando compartía con los participantes del curso, provenientes de distintas ciudades iberoamericanas, que pruebas como lo que ocurría en Panamá, donde los hechos corroboraban los estudios, eran motivo suficientes para que tomadores de decisiones, no engavetemos la ciencia, para tomar luego acciones que obedecen a presiones económicas de un sector, o para congraciarse con los votos de otro.  Se trata de apoyar decisiones políticas (porque inciden en la sociedad) en el  conocimiento científico que le devuelva certezas y seguridades a la gente. 


Confirmo más que nunca que nuestro compromiso debe ser lograr aplicar las medidas que arrojan los estudios bien sustentados y fundamentados, con el fin de cumplir con nuestra mayor responsabilidad: devolverle la tranquilidad a la gente de Juan Díaz y a la ciudad en general.

Irma a la izquierda y
 a la derecha estudiante de
 Administración Publica que siguió el curso de Ciudades






En medio de las discusiones del taller, conocí a Inma, española vecina de la localidad de Santander,  se inscribió al curso porque le interesaba conocer sobre los desafíos de nuestras ciudades y lo que las autoridades están haciendo para enfrentarlos.  Inma no era arquitecta, ni urbanista, tampoco trabajaba para el municipio o alguna empresa desarrollista;  Inma es ama de casa, una ciudadana interesada en lo que pasa no solo en su ciudad, sino en las ciudades del globo, queriendo entender el papel que puede desempeñar en el mejoramiento de la calidad de vida de su entorno.  Esto me llamó tanto la atención, porque normalmente estamos tan acostumbrados a escuchar la demanda diaria de lo que “el gobierno tiene que hacer por los ciudadanos” y pocas veces encontramos ciudadanos ocupados en entender las problemáticas para aportar en las soluciones desde su quehacer al quehacer de la ciudad.  Por eso el ejemplo de Inma es digno de compartir. 

Las ciudades las conformamos todos, con el poco o mucho conocimiento que tengamos al respecto, a todos nos toca jugar un rol en su mejoramiento.  Nadie está excluido en las soluciones y todos tenemos responsabilidad en los impactos que causamos con nuestras aciones.

Sí, el mundo sigue y los problemas nos son comunes, pero tenemos que buscar nuestras propias soluciones y ser los actores principales de nuestras transformaciones personales y colectivas, intercambiando conocimiento, tomando acciones y asumiendo consecuencias.






Carta Abierta a Mi Hija (desde un Panamá minero)   Recuerdo como si fuera ayer, como me afané en que todo estuviese listo para cuando nacier...