La semana del 20
de agosto estuve participando en la ciudad de Santander, España del curso sobre
ciudades sostenibles, que ofrecen la Universidad de Menéndez Pelayo, la
Universidad de Cantabria y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Fui invitada por el
BID a participar como moderadora de uno de los paneles, basado en el proceso
desafiante, que desde hace tres años, nuestra ciudad inició de cara al
ordenamiento de su territorio y en busca de lograr sostenibilidad en un modelo
de desarrollo más equilibrado y humano.
Precisamente el
día que abordábamos el tema de los diversos diagnósticos que se realizaron en
las distintas ciudades latinoamericanas, bajo la Iniciativa de Ciudades
Emergentes y Sostenibles (ICES), se inundaba nuevamente el corregimiento de Juan Díaz en Panamá, a razón de las fuertes
lluvias de ese fin de semana.
Tristemente coincidía la realidad de zonas inundadas, con la modelación
hidrológica que había realizado el Instituto Hidráulico de Cantabria para los
estudios del Plan de Acción de Panamá.
Fue entonces cuando compartía con los participantes del curso, provenientes
de distintas ciudades iberoamericanas, que pruebas como lo que ocurría en
Panamá, donde los hechos corroboraban los estudios, eran motivo suficientes
para que tomadores de decisiones, no engavetemos la ciencia, para tomar luego
acciones que obedecen a presiones económicas de un sector, o para congraciarse
con los votos de otro. Se trata de
apoyar decisiones políticas (porque inciden en la sociedad) en el conocimiento científico que le devuelva
certezas y seguridades a la gente.

Confirmo más que nunca que nuestro compromiso debe ser lograr aplicar
las medidas que arrojan los estudios bien sustentados y fundamentados, con el
fin de cumplir con nuestra mayor responsabilidad: devolverle la tranquilidad a
la gente de Juan Díaz y a la ciudad en general.
 |
Irma a la izquierda y
a la derecha estudiante de
Administración Publica que siguió el curso de Ciudades |
En medio de las
discusiones del taller, conocí a Inma, española vecina de la localidad de
Santander,
se inscribió al curso porque
le interesaba conocer sobre los desafíos de nuestras ciudades y lo que las
autoridades están haciendo para enfrentarlos.
Inma no era arquitecta, ni urbanista, tampoco trabajaba para el
municipio o alguna empresa desarrollista;
Inma es ama de casa, una ciudadana interesada en lo que pasa no solo en
su ciudad, sino en las ciudades del globo, queriendo entender el papel que
puede desempeñar en el mejoramiento de la calidad de vida de su entorno.
Esto me llamó tanto la atención, porque
normalmente estamos tan acostumbrados a escuchar la demanda diaria de lo que “el
gobierno tiene que hacer por los ciudadanos” y pocas veces encontramos
ciudadanos ocupados en entender las problemáticas para aportar en las
soluciones desde su quehacer al quehacer de la ciudad.
Por eso el ejemplo de Inma es digno de
compartir.
Las ciudades las conformamos todos, con el poco o mucho conocimiento que tengamos al respecto, a todos nos toca jugar un rol en su mejoramiento. Nadie está excluido en las soluciones y todos tenemos responsabilidad en los impactos que causamos con nuestras aciones.
Sí, el mundo sigue
y los problemas nos son comunes, pero tenemos que buscar nuestras propias
soluciones y ser los actores principales de nuestras transformaciones
personales y colectivas, intercambiando conocimiento, tomando acciones y asumiendo consecuencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario